sábado, 13 de diciembre de 2014

Cine: Vivir sin parar

Nunca es tarde para ir hacia la meta

Llega a nuestras carteleras una emotiva y divertida película protagonizada por un anciano invicto y su leal esposa.Vivir sin parar es un elogio del amor para toda la vida y una reivindicación de la tercera edad como tiempo para dar fruto, y no para marchitarse


Paul, el protagonista, se apoya en su esposa para alcanzar la meta
El amor en la tercera edad ha sido siempre un excelente argumento cinematográfico, que ha dado lugar a películas muy populares y queridas por el público, como El estanque dorado (Mark Rydell, 1981) o El diario de Noa (Nick Cassavetes, 2004). Recientemente, quizá por el progresivo envejecimiento de nuestra población, están apareciendo en nuestras carteleras cada vez más películas centradas en la ancianidad y en alguno de sus aspectos. Recordemos las cintas británicas Una canción para Marión (Paul Andrew Williams, 2012) o Le week-end (Roger Michell, 2013), la escalofriante Amor (M. Haneke, 2012) o la frívola y también británica película sobre El exótico hotel Marigold (John Madden, 2012), por señalar algunos ejemplos.

Si el Reino Unido y Francia se llevan la palma de películas protagonizadas por parejas de ancianos, esta vez es Alemania la que nos sorprende con una historia que combina dos elementos aparentemente difíciles de asociar: tercera edad y deporte. Vivir sin parar, cuyo título original es Su última carrera (Sein letztes rennen), comienza con la pantalla en negro y unas voces de archivo radiofónico de los años cincuenta que, en diversos idiomas, aclaman a una leyenda, a alguien que acaba de hacer historia en el mundo del atletismo. Surge entonces en la pantalla la foto en blanco y negro de un deportista, y una voz anciana nos sitúa: «Ésta es la historia de Paul Averhoff. Ustedes son demasiado jóvenes para saber quién es, pero en aquel entonces... hasta los niños sabían quién era». Aquel entonces era 1956, durante los Juegos Olímpicos de Melbourne, cuando Paul Averhoff, contra todo pronóstico, se impuso a su contrincante ruso en la prueba de maratón, ganando para Alemania la medalla de oro. Conviene aclarar en este punto que todo esto es ficción, ya que aquel año la medalla del maratón fue a parar a un francés. Pues bien, han pasado los años, y el anciano Averhoff (interpretado magistralmente por el cómico alemán Dieter Hallervorden) vive con su esposa Margot en un asilo donde, para entretenerse, sólo puede elegir entre el coro o las clases de manualidades. Desesperado, Paul decide, contra la opinión de casi todos -ancianos y cuidadores-, entrenarse de nuevo para correr la maratón de Berlín. Esta decisión, poco a poco, recaba ciertos entusiasmos, también muchos opositores, y sobre todo, reafirma la compañía incondicional de su esposa.

El director, Kilian Riedhof, recuerda que el origen de la película fue la noticia que leyó de un anciano al borde de la depresión, que recibiendo un ultimátum de su esposa se puso las pilas y recuperó las ganas de vivir. Y una de las cosas que comenzó a hacer fue salir a correr. Ésta es la anécdota para que Riedhof nos hable de la dignidad personal, que no se debe perder aunque el cuerpo degenere y los achaques se apoderen de la salud. El ser humano lo es hasta el final, y sus deseos y anhelos más profundos nunca desaparecen. Por eso, cuando Paul toma su decisión, son muchos los ancianos que recuperan su energía vital, al ver encarnadas en nuestro héroe las ganas de vivir con una meta, con un ímpetu positivo. Pero ese afán de superación no es nada sin la fuerza del amor de Margot, la eterna compañera, la que siempre estuvo ahí, acompañando y sosteniendo a Paul en la maratón de la vida. Se trata, por tanto, de una obra cinematográfica levantada sobre una antropología positiva, esperanzada, aunque sin duda voluntarista y poco trascendente, propia de los aires que corren en la Vieja Europa.

Es cierto que el director caricaturiza un poco a la terapeuta del asilo, una mujer con estrechas miras, muy atada a sus convicciones de libro, y nada abierta al imprevisto de la vida; otros secundarios también responden quizá a personajes ya conocidos por su estereotipo. Pero el conjunto funciona muy bien, es emocional sin ser sentimental, y es austero sin ser frío. No es casual que el cineasta y su coguionista, Marc Blöbaum, invirtieran once años en dar vueltas a esta historia y a cada uno de sus personajes.

Desde el punto de vista del rodaje, es interesante señalar que las imágenes de la maratón de Berlín son reales, y que el actor se integró en la carrera en determinados tramos en los que estaban dispuestas cámaras. Cuando la gente aplaudía, aplaudían al actor Dieter Hallervorden, enormemente popular, pensando que estaba allí haciendo la carrera como otro cualquiera. Pero esas personas no sabían que ante las cámaras aplaudían a un tal Paul Averhoff, leyenda del atletismo, en una película de ficción.

Juan Orellana

Cine: Lecciones de amor

Cuando el arte nos empuja a ser mejores

La próxima semana, se estrena una comedia dramática que, sin ser definitivamente original, es lo suficientemente fresca e interesante como para no dejarla pasar. Un film que afronta con seriedad cuestiones nada banales, como son el sentido del arte, la vocación del educador, y la posibilidad de recomenzar y recuperar el gusto por la vida

Escena de la película Lecciones de amor (www.cine365.com)

¿Qué tiene más potencial artístico y ético, las imágenes, o las palabras? ¿Cuál de los dos lenguajes comunica mejor? Este dilema abre una batalla académica entre Jack Marcus (Clive Owen) y Dina Delsanto (Juliette Binoche), profesores de inglés y de arte, respectivamente, en un instituto americano. Ambos docentes comparten alumnos, y éstos van a tener que tomar parte en esta guerra intelectual que les despierta una inesperada motivación que no tenían.

Bajo este empalagoso título, Lecciones de amor, que traduce con poca vista comercial el original, Words and pictures (Imágenes y palabras), se esconde una estupenda película que engrosa el ya casi subgénero de amor y docencia. En ésta, encontramos ecos de la maravillosa cinta, de Josh Radnor, Amor y letras (2012), sobre todo en lo que a reflexiones sobre la belleza y el arte se refiere. También nos evoca alguna escena de El tigre y la nieve (2005), en la que Roberto Benigni seduce a sus alumnos con una pedagogía excéntrica. Incluso, aunque no pertenece al género de la comedia romántica, algunos elementos de El profesor (Tony Kaye, 2011), como la subtrama de la alumna con problemas, encuentran su trasunto en este film de Fred Schepisi, con guión del veterano Gerald DiPego.

Schepisi tiene una larga filmografía de comedias muy comerciales, y a veces algo toscas. Ahora, a sus setenta y cinco años, nos deja, probablemente, su mejor película. Dos personajes heridos por la vida, uno por el alcohol y otro por la enfermedad, están marcados por el drama de la soledad. Pero también, y es lo más importante, por la búsqueda continua de la belleza; uno en la poesía, otro en la pintura. Una belleza descrita en el film como algo capaz de sacar de las personas su mejor parte, como un ideal capaz de regeneración humana y moral. Belleza y verdad van de la mano en este film, como se evidencia en la memorable escena en la que Marcus revela a su hijo un inconfesable secreto. No es posible vivir en la mentira cuando buscas la belleza. Por eso, arrepentimiento y perdón tienen también un lugar decisivo en la trama de esta película, de savia capriana por su optimismo antropológico.

Otro hilo argumental, exhaustivamente tratado en el cine, pero muy bien llevado a puerto en esta ocasión, es el paterno-filial. El joven que desea tener un padre al que mirar, y sólo encuentra un alcohólico al borde del precipicio. Esta subtrama es discreta en el film, pero muy bien escrita y con una brillante resolución dramática. Sin duda, esta comedia dramática no sería la misma si no la protagonizaran ese par de grandes intérpretes. Juliette Binoche ya bordó a una mujer hundida y recuperada por el arte en Azul (Kieslowski, 1993); Clive Owen encarna a la perfección el simpático vividor con halo de cansino patetismo. Les corea un sólido grupo de secundarios, poco conocidos, pero muy bien orquestados.

Juan Orellana


miércoles, 19 de noviembre de 2014

RUEDA DE PRENSA AL REGRESO DE COREA

Texto de la rueda de prensa del Papa Francisco a bordo del avión de regreso de Corea: 18-08-2014
 19 de agosto de 2014.- (Camino católico) 

(Sung Jin Park)
Me llamo Sung Jin Park, periodista de la South Korean News Agency Yonhap. Santo Padre, en nombre de los periodistas coreanos y de nuestro pueblo, quiero darle las gracias por su visita. Ha hecho feliz a mucha gente en Corea. Y gracias también por sus palabras de aliento para la reunificación de nuestro país. Santo Padre, durante su vista a Corea, se ha dirigido en primer lugar a las familias de las víctimas del ferry Sewol para consolarlas. Le hago dos preguntas. La primera: ¿qué ha sentido cuando estaba con ellas? La segunda: ¿no le importa que su gesto haya podido ser malinterpretado políticamente?


(Papa Francisco)
Cuando te encuentras ante el dolor humano, tienes que hacer lo que el corazón te pide. Después dirán: “Ha hecho eso porque tiene esta intención política o esa otra…”. Pueden decir de todo. Pero, cuando piensas en esos hombres, en esas mujeres, padres y madres, que han perdido a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, cuando piensas en el dolor tan grande de una catástrofe, no sé, mi corazón…; soy un sacerdote, y siento que debo hacerme presente. Lo siento así; esto es lo primero. Sé que el consuelo que puede dar mi palabra no lo remdia, no devuelve la vida a los que han muerto; pero la cercanía humana en esos momentos nos da fuerza; hay solidaridad… Siendo arzobispo de Buenos Aires, recuerdo haber vivido dos catástrofes de este tipo: una, el incendio de una discoteca, durante un concierto de música pop: perdieron la vida 193 personas. Y luego, en otra ocasión, un accidente de trenes; creo que hubo 120 muertos. En esos momentos, sentí lo mismo: que tenía que hacerme presente. El dolor humano es duro, y si en esos momentos de tristeza nos mostramos cercanos, nos ayudamos mucho. Y me gustaría añadir algo sobre su última pregunta. Me puse esto [un pin a favor las víctimas del ferry Sewol]. Me lo puse por solidaridad con ellos, y después de haberlo llevado durante medio día, se me acercó uno y me dijo: “Es mejor que se lo quite… Usted debería ser neutral”. “Pero, por favor, con el dolor humano no se puede ser neutral”. Así le respondí. Es lo que siento. Gracias por su pregunta. Gracias. ¿A quién le toca ahora?

(Alan Holdren)
Santidad, me llamo Alan Holdren, trabajo para la Catholic News Agency, ACI Prensa en Lima, Perú, y también para EWTN. Como sabe, las fuerzas militares de los Estados Unidos han comenzado a bombardear hace poco a terroristas de Irak para evitar un genocidio, para proteger el futuro de las minorías, entre los que hay católicos, bajo su guía. ¿Aprueba usted este bombardeo americano?

(Papa Francisco)
Gracias por esta pregunta tan clara. En estos casos, cuando hay una agresión injusta, sólo puedo decir que es lícito detener al agresor injusto. Subrayo el verbo: detener. No digo bombardear, declarar la guerra, sino detenerlo. Habrá que estudiar los medios con los que se le puede detener. Detener al agresor injusto es lícito. Pero también hemos de tener memoria. Muchas veces, con esta excusa de detener al agresor injusto, las potencias se han apoderado de pueblos y han hecho una auténtica guerra de conquista. Una sola nación no puede determinar cómo detener a un agresor injusto. Después de la Segunda Guerra Mundial, surgió la idea de las Naciones Unidas: es allí donde se debe discutir, decir: “¿Se trata de un agresor injusto? Parece que sí. ¿Cómo detenerlo?”. Solamente así, nada más.
En segundo lugar, las minorías. Gracias por usar esa palabra. Porque me dicen: “Los cristianos, pobres cristianos…”. Y es verdad, sufren. “Los mártires”, sí, hay muchos mártires. Pero aquí hay hombres y mujeres, minorías religiosas, no todas cristianas, y todos son iguales ante Dios. Detener al agresor injusto es un derecho de la humanidad, pero también es un derecho del agresor de ser detenido para que no haga daño.

(Jean-Louis de la Vaissière, France Presse)
Buenas tardes, Santo Padre. Volviendo a la cuestión iraquí. Como el Cardenal Filoni y el Superior de los Dominicos, Cadoré, usted Santidad, ¿apoyaría una intervención militar en Irak para detener a los yihadistas? Y además otra pregunta: ¿Cabría la posibilidad de que usted fuera a Irak, quizás al Kurdistán, para apoyar a los refugiados cristianos, que le esperan, y para rezar con ellos en esa tierra donde viven desde hace dos mil años?

(Papa Francisco)
Gracias. Hace poco que estuve con el Presidente del Kurdistán, que tenía una idea muy clara de la situación, de cómo encontrar soluciones… aunque era antes de esta última ofensiva. A la primera pregunta ya he respondido: estoy de acuerdo con que, cuando haya un agresor injusto, se le detenga. Sí, yo estaría dispuesto, pero puedo decir esto: cuando tuvimos noticia, mis colaboradores y yo, de la situación en que se encontraban las minorías religiosas, y también del problema, en aquel momento, del Kurdistán, que no podía recibir a tanta gente –se entiende que es un problema: no podía–, nos dijimos: ¿qué podemos hacer? Pensamos muchas cosas. Preparamos un comunicado que hizo el Padre Lombardi en mi nombre. Este comunicado fue enviado a todas las Nunciaturas para que lo transmitiesen a los gobiernos. Después escribimos una carta al Secretario General de las Naciones Unidas… Muchas cosas. Y, al final, decidimos mandar un Enviado Personal, el Cardenal Filoni. Y, por último, dijimos: Si fuese necesario, cuando volvamos de Corea, podemos ir allí. Era una posibilidad. Ésta es la respuesta: Estoy dispuesto. En este momento no es lo mejor que se puede hacer, pero estoy dispuesto.

(Fabio Zavattaro)
Perdone, he tenido un pequeño inconveniente para llegar. Usted, Santo Padre, es el primer Papa que ha podido sobrevolar China. El telegrama que ha enviado al Presidente chino no ha recibido comentarios negativos. ¿Cree que éstos son pasos que permiten avanzar en un posible diálogo? ¿le gustaría viajar a China?

(Padre Lombardi)
¿Nos encontramos ahora sobre el espacio aéreo chino? Sí, puedo confirmar que estamos sobre el espacio aéreo chino en este momento, por tanto la pregunta es oportuna…

(Papa Francisco)
Y cuando íbamos a entrar en el espacio aéreo chino, me encontraba en el  cockpit con los pilotos, y uno de ellos me señaló un control y me dijo: “Faltan diez minutos para entrar en el espacio aéreo chino, tenemos que pedir autorización. Se pide siempre, es lo normal, a todos los países se les pide”. Y oí cómo pedían autorización, cómo respondían… Lo presencié personalmente. Y el piloto me dijo: “Ahora va el telegrama”, pero no sé cómo hicieron. Así fue… Después me despedí de ellos, volví a mi asiento y recé un buen rato por el grande y noble pueblo chino, un pueblo sabio… Pensaba en los grandes sabios chinos, una historia de ciencia, de sabiduría… También los jesuitas tenemos allí parte de nuestra historia, con el Padre Ricci… Y todas estas cosas me venían a la cabeza. ¿Que si me gustaría ir a China? Por supuesto: ¡mañana! Sí. Respetamos al pueblo chino; la Iglesia pide únicamente libertad para su misión, para llevar a cabo su tarea; no hay más condiciones. Además, no podemos olvidar aquel documento fundamental sobre la cuestión china, la Carta enviada a los chinos por el Papa Benedicto XVI. Esa Carta no ha perdido actualidad. Releerla hace bien. Y la Santa Sede siempre está abierta a los contactos: siempre, porque tiene una verdadera estima por el pueblo chino.

(Johannes Schidelko)
Gracias. Santidad, ¿qué relación hay entre usted y Benedicto XVI? ¿Intercambian habitualmente opiniones, ideas? ¿tienen algún proyecto común después de la Encíclica?

(Papa Francisco)
Nos vemos… Antes del viaje, fui a verlo. Dos semanas antes, me había enviado un interesante escrito: pedía mi opinión… Tenemos una relación normal, porque vuelvo a esa idea, que quizás no le guste a algún teólogo –yo no soy teólogo–: pienso que el Papa emérito no es una excepción, sino que, después de tantos siglos, es el primer emérito. Recordemos lo que dijo: “Me estoy haciendo viejo, no tengo fuerzas”. Fue un hermoso gesto de nobleza y también de humildad y de valor. Pienso: hace 70 años los obispos eméritos eran una excepción, no había. Hoy los obispos eméritos son una institución. Creo que “Papa emérito” es ya una institución. ¿Por qué? Porque nuestra vida se alarga y a una cierta edad no tenemos capacidad para gobernar bien, porque el cuerpo se cansa; la salud puede ser buena, pero no se tienen fuerzas para atender todos los problemas de un gobierno como el de la Iglesia. Y creo que el Papa Benedicto XVI hizo un gesto que de hecho instituye los Papas eméritos. Repito: quizás algún teólogo me diga que no es exacto, pero yo lo veo así. Los siglos dirán si es o no así, veremos. Usted podría decirme: “¿Y si usted no se viera capaz, en un momento dado, de continuar?”. Haría lo mismo, haría lo mismo. Rezaría mucho, pero haría lo mismo. Se ha abierto una puerta que es institucional, no excepcional. Nuestra relación es de hermanos, de verdad. También he dicho que lo siento como si tuviera el abuelo en casa, por su sabiduría: es un hombre de una sabiduría, con las nuances, que hace bien escucharlo. Y también me anima mucho. Ésta es la relación que tenemos.

(Yoshimori Fukushima)
Papa Francisco, en primer lugar, gracias por su primera visita a Asia. En este viaje se ha encontrado con personas que han sufrido mucho. ¿Qué ha sentido cuando ha saludado a las siete “mujeres de confort” en la Misa de esta mañana? Hablando del sufrimiento de las personas, igual que en Corea, también en Japón había cristianos clandestinos, y el próximo año será el 150º aniversario de su “reaparición”. ¿Sería posible que usted viniera a Nagasaki a rezar por ellos? Muchas gracias.

(Papa Francisco)
Estaría muy bien, estaría muy bien. Me han invitado: tanto el gobierno, como los Obispos; me han invitado. Los sufrimientos… Vuelve usted sobre una de las primeras preguntas. El pueblo coreano es un pueblo que no ha perdido su dignidad. Fue un pueblo invadido, humillado, sufrió guerras, ahora se encuentra dividido, con mucho sufrimiento. Ayer, cuando iba al encuentro con los jóvenes, visité el Museo de los mártires. Es terrible el sufrimiento de esta gente, simplemente por no pisotear la cruz. Es un dolor y un sufrimiento histórico. Este pueblo tiene capacidad de sufrir, y también esto forma parte de su dignidad. Hoy, cuando estaban estas mujeres ancianas, delante, en la Misa… pensar que, en aquella invasión, siendo niñas, fueron raptadas, llevadas a los cuarteles para abusar de ellas… y no han perdido su dignidad. Hoy daban la cara, ancianas, las últimas que quedan… Es un pueblo que tiene una gran dignidad. Pero volviendo a estas situaciones de martirio, de sufrimiento, también de estas mujeres: éstos son los frutos de la guerra. Y actualmente nos encontramos en un mundo en guerra, en todas partes. Alguno me decía: “Sabe, Padre, estamos en la Tercera Guerra Mundial, pero ‘por partes’?”. ¿Me entiende? Es un mundo en guerra, donde se cometen estas barbaries. Quiero detenerme en dos palabras. La primera es crueldad. Hoy no se tiene en cuenta a los niños. Antes se hablaba de guerra convencional, hoy ya no. No digo que las guerras convencionales fuesen buenas, no. Pero hoy llega una bomba y mata al inocente con el culpable, al niño con la mujer, con su madre… mata a todos. Tenemos que detenernos y pensar un poco en el nivel de crueldad a que hemos llegado. Nos debería espantar. No lo digo para meter miedo: se podría hacer un estudio empírico. El nivel de crueldad de la humanidad en este momento es estremecedor. Y la otra palabra sobre la que querría decir algo, y que está en relación con la anterior, es la tortura. Hoy la tortura es una de los medios, casi diría ordinarios, que usan los servicios de inteligencia, los procesos judiciales… Y la tortura es un pecado contra la humanidad, es un delito contra la humanidad; y a los católicos les digo: torturar una persona es pecado mortal, es pecado grave. Más todavía: es un pecado contra la humanidad. Crueldad y tortura. Me gustaría mucho que en sus medios de comunicación hiciesen reflexiones: ¿cómo ven estas cosas hoy? ¿cuál es el nivel de crueldad de la humanidad? ¿qué piensan de la tortura? Creo que nos haría bien a todos nosotros reflexionar sobre esto.

(Deborah Ball)
Gracias. Nuestra pregunta es: Usted lleva un ritmo muy, muy activo, muy ajetreado y descansa poco y no toma vacaciones; hace viajes agotadores. En los últimos meses hemos visto que ha tenido que cancelar algunos actos, incluso en el último momento. ¿No es preocupante el ritmo que lleva?

(Papa Francisco)
Sí, algunos me lo han dicho. Acabo de tener vacaciones, en casa, como suelo hacer normalmente, porque… Una vez leí un libro, interesante, titulado: “Alégrate de ser neurótico”. También yo tengo algunas neurosis, pero hay que tratarlas bien a las neurosis. Darles el mate cada día… Una de estas neurosis es que me apego quizás demasiado al habitat. La última vez que salí de vacaciones fuera de Buenos Aires, con la comunidad de jesuitas, fue en 1975. Desde entonces, siempre me tomo vacaciones –¡de verdad!–, pero en el  habitat: cambio de ritmo. Duermo más, leo lo que me gusta, escucho música, rezo más… Y así descanso. En julio y parte de agosto, he hecho esto y me ha venido bien. La otra pregunta: que he tenido que cancelar [algunos actos]: es verdad, es verdad. El día que tenía que ir al “Gemelli”, hasta 10 minutos antes iba a ir, pero no pude, de verdad… Fueron unos días muy intensos. Y ahora tengo que ser prudente. Tiene razón.

(Anaïs Feuga)
En Río, cuando la gente gritaba: “Francisco, Francisco”, usted respondía: “Cristo, Cristo”. ¿Ahora cómo lleva esta enorme popularidad? ¿cómo lo vive?

(Papa Francisco)
No sé qué decir… Lo vivo dando gracias al Señor de que su pueblo sea feliz –esto lo hago de verdad– y deseando lo mejor al pueblo de Dios. Lo vivo como generosidad del pueblo, esto es verdad. En mi interior, pienso en mis pecados y en mis errores, para no creérmelo, porque sé que esto durará poco tiempo, dos o tres años, y luego… a la casa del Padre… Y además no es prudente preguntarse estas cosas, pero lo vivo como la presencia de Dios en su pueblo que usa al obispo, que es el pastor del pueblo, para manifestar muchas cosas. Lo vivo con más naturalidad que antes: antes me asustaba un poco… Hago estas cosas… Me digo también interiormente: no te equivoques, porque no puedes confundir a este pueblo; y todas esas cosas… Un poco así…

(Francesca Paltracca)
Para el Papa venido “del fin del mundo”, que se ve ahora en el Vaticano, aparte de Santa Marta –donde ya nos ha contado cómo es su vida y el porqué de su decisión–, ¿cómo vive el Papa dentro del Vaticano? Nos preguntan siempre: ¿qué hace?, ¿cómo se organiza?, ¿pasea? Después hemos visto que usted va al comedor, y cada día nos guarda alguna sorpresa… hemos visto que fue al comedor del Vaticano, por ejemplo… Nos sorprende… En definitiva, ¿qué tipo de vida hace, más allá del trabajo, en Santa Marta?

(Papa Francisco)
Intento ser libre… Hay actos oficiales, de trabajo… Después la vida procuro que sea lo más normal posible. Ciertamente, me gustaría poder salir, pero no se puede, no se puede… no, no es por la seguridad; no se puede, porque, si sales, la gente se junta alrededor… y no se puede, es así. Pero dentro, en Santa Marta, llevo una vida normal de trabajo, de descanso, de tertulias…

(Francesca Paltracca)
Entonces, no se siente prisionero.

(Papa Francisco)
No, no. Al principio sí, ahora han caído algunos muros…, no sé…: “el Papa no puede ir…”; un ejemplo, para que se ría: iba a tomar el ascensor, y enseguida venía uno, porque el Papa no podía ir en el ascensor solo. “Tú haz lo que tengas que hacer, que yo bajo solo”. Y se acabó. Es así, ¿no? Es lo normal, lo normal.

(Sergio Rubín)
Santo Padre, soy Sergio Rubín. Le pido perdón, pero tengo que hacerle, de parte del grupo español, del que forma parte Argentina, una pregunta que requiere de sus profundos conocimientos teológicos. Su equipo, el San Lorenzo, se ha proclamado campeón de América por primera vez. Me gustaría saber cómo vive este triunfo; y me dicen que va a recibir una delegación de la Sociedad Deportiva este miércoles en la audiencia general…

(Papa Francisco)
Después de haber quedado los segundos en Brasil, es una buena noticia. Me he enterado aquí, aquí en Seúl me lo dijeron; y me dijeron: “Oiga, que vienen el miércoles…”. Pues que vengan, es audiencia pública, allí estarán… Toda mi familia fue del San Lorenzo: mi padre jugaba al baloncesto en San Lorenzo, fue jugador de un equipo de baloncesto. Y cuando éramos niños, íbamos; también mi madre venía con nosotros al Gasómetro… Lo recuerdo como si fuese hoy, la temporada del ’46 el San Lorenzo tenía un equipo excelente, quedaron campeones… ¿Sabes? Con ilusión, lo vivo con ilusión. Pero de milagros nada, no hablemos de milagros.

(Jürgen Erbacher)
La pregunta es: hace tiempo que se habla del proyecto de una Encíclica sobre la ecología. ¿Nos podría decir cuándo saldrá y cuáles serán sus puntos centrales?

(Papa Francisco)
De esta Encíclica… he hablado mucho con el Cardenal Turkson y también con otros, y he pedido al Cardenal Turkson que recoja todas las aportaciones que han llegado. Y antes del viaje, una semana antes, no, cuatro días antes, el Cardenal Turkson me entregó el primer borrador. El primer borrador es así de grueso… Creo que tiene un tercio más que la Evangelii gaudium. Es el primer borrador. Pero la cuestión no es fácil, porque de la protección de la creación, de la ecología, también de la ecología humana, se puede hablar con relativa seguridad hasta un cierto punto. Después vienen las hipótesis científicas, algunas bastante seguras, otras no tanto. Y una Encíclica así debe ser magisterial, debe ir únicamente sobre seguro, basándose en las cosas que son seguras. Porque si el Papa dice que el centro del universo es la Tierra y no el sol, se equivoca, porque está diciendo algo que debería ser científico, y eso no cabe. En este punto nos encontramos. Tenemos que hacer un estudio, número por número, y creo que quedará más reducida. Hemos de ir a lo esencial y a lo que se puede afirmar con seguridad. En nota a pie de página, se puede decir: “Sobre esto hay una hipótesis, ésta, ésta…”; decirlo como información, no en el cuerpo de la Encíclica, que es doctrinal y debe ser segura.

(Jung Ae Ko)
Santidad, muchas gracias por su visita a Corea del Sur. Le haré dos preguntas. La primera es: antes de la Misa final en la Catedral de Myeong-dong, se acercó a consolar a algunas “mujeres de confort”, ¿qué se le pasó por la cabeza en ese momento? Ésa es la primera pregunta. La segunda es: Pyongyang afirma que el cristianismo representa una amenaza directa contra su régimen y su liderazgo. Sabemos que algo terrible les ha pasado a los cristianos norcoreanos, aunque no sabemos qué en concreto. ¿Tiene pensado algo para intentar cambiar el trato de Pyongyang a los cristianos norcoreanos?

(Papa Francisco)
En cuanto a la primera pregunta, repito esto: hoy, estas mujeres se encontraban allí porque, a pesar de todo lo que han sufrido, tienen dignidad: han dado la cara. Yo pensaba lo que acabo de decir, en los sufrimientos y las barbaries que acarrean las guerras… Estas mujeres fueron víctimas de abusos, esclavizadas, esto son barbaries… Todo esto me ha pasado por la cabeza: la dignidad que tienen y lo que han tenido que sufrir. Y el sufrimiento es un legado. Nosotros decimos, los primeros padres de la Iglesia decían que la sangre de los mártires era semilla de cristianos. Ustedes, coreanos, han sembrado mucho, muchísimo. Por coherencia. Y se ve ahora el fruto de aquella siembra de los mártires. Sobre Corea del Norte, no lo sé… Sé que hay un sufrimiento… De uno estoy seguro: hay familiares, muchos familiares, que no pueden reunirse, y esto hace sufrir, es así. Es el sufrimiento por esta división del país. Hoy, en la Catedral, donde me he revestido para la Misa, encontré un regalo que me habían hecho, una corona de espinas de Cristo, elaborada con la alambrada que divide las dos partes de la única Corea. Y este regalo lo traemos, lo llevo en el avión… El sufrimiento de la división, de una familia dividida, Como ya he dicho –ayer, no recuerdo cuándo, hablando con los obispos, no me acuerdo concretamente-, tenemos una esperanza: las dos coreas son hermanas, hablan la misma lengua. Cuando se habla de la misma lengua, es porque se tiene la misma madre y esto nos da esperanza. El sufrimiento de la división es grande, lo comprendo y rezo para que termine.

(Pulella)
Una observación y una pregunta: como ítalo-americano quería felicitarle por su inglés. No tenga miedo. Y si antes de ir a América, mi segunda patria, quiere hacer un poco de práctica, estoy a su disposición. Cualquier acento que quiera aprender, el de Nueva York –yo soy de Nueva York-, cuente conmigo. Usted ha hablado del martirio: ¿cómo va el proceso de Mons. Romero? ¿Cómo le gustaría que concluyese este proceso?

(Papa Francisco)
El proceso se encontraba en la Congregación para la Doctrina de la Fe, bloqueado “por prudencia”, según decían. Ahora ya no está bloqueado. Ha pasado a la Congregación para los Santos. Y sigue el camino normal de cualquier proceso. Depende de cómo se muevan los postuladores. Es muy importante que lo hagan con rapidez. Lo que a mí me gustaría es que se esclarezca: si se da martirio in odium fidei, por haber confesado a Cristo o por haber hecho las obras que Jesús nos manda para con el prójimo. Y esto tienen que hacerlo los teólogos, que lo están estudiando. Porque detrás de él [Romero], vienen Rutilio Grande y otros; hay otros que fueron asesinados, aunque no están a la altura de Romero. Hay que distinguir teológicamente esto. Para mí Romero es un hombre de Dios, pero hay que hacer el proceso, y el Señor tiene también que dar su señal… Si quiere, lo hará. Pero ahora los postuladores tienen que ponerse en marcha porque ya no hay impedimentos.

(Céline Hoyeaux)
Santo Padre, a la vista de la guerra en Gaza, ¿considera que la oración por la paz, organizada el pasado 8 de junio en el Vaticano, ha sido un fracaso?

(Papa Francisco)
Gracias, gracias por la pregunta. Aquella oración por la paz no ha sido un fracaso en absoluto. En primer lugar, la iniciativa no surgió de mí: la iniciativa de rezar juntos partió de los dos Presidentes, del Presidente del Estado de Israel y del Presidente del Estado de Palestina. Me hicieron llegar este deseo. Además, queríamos hacerla allí [en Tierra Santa], pero no se veía el lugar adecuado, porque el precio político para uno o para el otro era muy alto si iba a la otra parte. La Nunciatura, sí, podría haber sido un lugar neutral, pero para llegar a la Nunciatura el Presidente del Estado de Palestina tendría que haber entrado en Israel y no era fácil. Y me dijeron: “Lo hacemos en el Vaticano, y vamos nosotros”. Estos dos hombres son hombres de paz, son hombres que creen en Dios, y han vivido tantas cosas terribles, tanta cosas terribles, que están convencidos de que el único camino para resolver esta situación es la negociación, el diálogo y la paz. En cuanto a su pregunta: ¿ha sido un fracaso? No, creo que la puerta está abierta. Los cuatro, como representantes, y he querido que participase Bartolomé como jefe de la Ortodoxia, Patriarca ecuménico de la Ortodoxia –no quiero usar términos que quizás no agradan a todos los ortodoxos–, como Patriarca ecuménico, era conveniente que estuviese con nosotros. Y se ha abierto la puerta de la oración. Y dijimos: “Hay que rezar”. Es un don, la paz es un don, un don que se alcanza con nuestro trabajo, pero un don. Y decir a la humanidad que, junto al camino de la negociación –que es importante-, del diálogo –que es importante-, está también el de la oración. Después ha sucedido lo que ha sucedido. Pero esto es coyuntural. Ese encuentro, en cambio, no era coyuntural: es un paso fundamental de actitud humana: la oración. Ahora el humo de las bombas, de las guerras no deja ver la puerta, pero la puerta ha quedado abierta desde aquel momento. Y como creo en Dios, creo que el Señor mira esa puerta, y mira a cuantos rezan y le piden que nos ayude. Sí, me gusta esta pregunta. Gracias, gracias por haberla hecho. Gracias.

martes, 18 de noviembre de 2014

FOTOS PEREGRINACIÓN A ASÍS

MI ENTRENADOR SE LLAMA JESÚS

Mi vida cambió, de niño, cuando comprendí que las situaciones que me encontraba en la actividad que más me gusta, el fútbol y el deporte en general, eran las mismas de mi existencia de todos los días.

Y, dado que el balón me absorbía tanto, podía emplear las mismas energías en una especie de “entrenamiento autógeno” anticipado, para afrontar las dificultades de la existencia.


Cada mañana, para cada uno de nosotros, el sonido del despertador equivale al inicio de un desafío. Cada uno de nosotros puede interpretarlo como quiera. El sonido de ese despertador, para mí, es como el pitido inicial de un árbitro, cada día que empieza parece un partido de fútbol que ganar.

La impresión es la de salir al campo en un estadio lleno de gente. Apenas sales de casa, de hecho, encontramos personas con las que tenemos que relacionarnos, que manifiestan consenso, disenso o indiferencia. Es necesario resistir a muchos condicionantes que ponen en peligro nuestra autonomía.

Los partidos son únicos e irrepetibles. Así es en el fútbol, hay encuentros en los que tienes que efectuar cincuenta saques o veinticinco saltos, y hay partidos en los que pasa exactamente al revés: nunca puedes saberlo antes. El adversario es la vida misma, que debe afrontarse de la manera correcta, sin verse superados por ella.

A veces, los demás nos propinan sonoras patadas. Otras veces, en cambio, somos nosotros los incorrectos de turno, sin darnos cuenta de que hacemos daño. Hay goles marcados, cuando las acciones alcanzan un objetivo; goles que nos meten, cuando esto no sucede; poste, cuando sólo rozamos los fines que queremos lograr; y tiempos suplementarios, cuando no es suficiente el tiempo programado para resolver un problema.

Lo importante, en los descansos del partido, que existen si sabemos buscarlos, es recordar que somos guiados, desde el banquillo, por un Entrenador: ¿Y quién puede ser, sino Aquel que nos ha creado y que, por tanto, nos conoce mejor? Nuestro Entrenador, por siempre, se llama Jesús.

El secreto del éxito es comprender, para bien o para mal, cómo jugar y por tanto cómo vivir, tendiendo el oído hacia Él, para escuchar qué nos pide en los momentos clave. Y ese oído es espiritual, porque se activa con el más grande transmisor de la historia: la oración.
 
El autor, Carlo Nesti, es un conocido periodista deportivo italiano. Este artículo es la traducción de la introducción de su libro “Il mio Allenatore si chiama Gesù. Il Vangelo spiegato attraverso lo sport”, ed. San Paolo]
 Fuente: Edizioni San Paolo

martes, 21 de octubre de 2014

«Me parecía cada vez más claro que Juan Pablo II era un santo»

Extractos de la respuesta del Papa emérito al periodista Wlodzimierz Redzioch


Fuentes: ZENIT - Infocatólica

El primer encuentro consciente que tuve con el cardenal Wojtyla fue en el cónclave en el que fue elegido Juan Pablo I. Durante el Concilio, habíamos colaborado ambos en la Constitución sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo, sin embargo fue en secciones diferentes, por lo que no nos habíamos visto. En septiembre de 1978, con ocasión de la visita de los obispos polacos en Alemania, yo estaba en Ecuador como representante de Juan Pablo I. La Iglesia de Munich y Frisinga está unida a la Iglesia ecuatoriana por un hermanamiento realizado por el arzobispo Echevarría Ruiz (Guayaquil) y del cardenal Döpfner. Y así, con mi enorme pesar, perdí la ocasión de conocer personalmente al arzobispo de Cracovia. Naturalmente había oído hablar de su obra de filósofo y pastor, y desde hacía tiempo quería conocerle.

Wojtyla, por su parte, había leído mi Introducción al Cristianismo, que había citado también en los ejercicios espirituales predicados por él a Pablo VI y la Curia, en la Cuaresma de 1976. Por eso era como si interiormente ambos esperásemos encontrarnos.

Sentí desde el inicio una gran veneración y una simpatía cordial por el metropolita de Cracovia. En el pre-cónclave de 1978 el cardenal Wojtyla analizó para nosotros de forma asombrosa la naturaleza del marxismo. Pero sobre todo percibí en seguida con fuerza la fascinación humana que de él emanaba y de como rezaba, advertí cuan profundamente estaba unido a Dios.

Su papel como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe

Juan Pablo II me llamó en 1979 para nombrarme prefecto de la Congregación para la Educación católica.

Habían pasado apenas dos años de mi consagración episcopal en Munich y veía imposible dejar tan pronto la sede de san Corbiniano. La consagración episcopal representaba de alguna manera una promesa de fidelidad hacia mi diócesis de pertenencia. Por tanto le pedí al Papa que pospusiera ese nombramiento [...] Fue durante el 1980 que me dijo que quería nombrarme, al finales de 1981 como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, como sucesor del cardenal Šeper.

Visto que continuaba sintiéndome en obligación hacia mi diócesis de pertenencia, para la aceptación del cargo me permití poner una condición, que sin embargo creía irrealizable. Dije que sentía el deber de continuar publicando trabajos teológicos. Habría podido responder afirmativamente solamente si ésto hubiera sido compatible con la labor de prefecto. El Papa, que conmigo era siempre muy benévolo y comprensivo, me dijo que se informaría sobre la cuestión para hacerse una idea. Cuando sucesivamente le hice una visita, me explicó que las publicaciones teológicas son compatibles con el oficio de prefecto; también el cardenal Garrone, dijo, había publicado trabajos teológicos cuando era prefecto de la Congregación para la Educación católica. Así acepté el encargo, bien consciente de la importancia de la tarea, pero sabiendo también que la obediencia al Papa exigía entonces de mí un 'sí'.

Relación con el Papa Juan Pablo II

La colaboración con el Santo Padre estuvo siempre caracterizada por amistad y afecto. Esta se desarrolló sobre todo en dos planos: el oficial y el privado.

El Papa cada viernes, a las seis de la tarde recibe en audiencia al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe, que deja a su decisión los problemas surgidos. Tienen preferencia naturalmente los problemas doctrinales, a los que se añaden también las cuestiones de carácter disciplinar: la reducción al estado laical de sacerdotes que lo han solicitado, la concesión del privilegio paulino para aquellos matrimonios en los que uno de los cónyuges no es cristiano, y así sucesivamente. A continuación se añadía también el trabajo en curso para elaborar el Catequismo de la Iglesia Católica. En ocasiones, el Santo Padre recibía antes la documentación esencial y por tanto conocía anticipadamente las cuestiones de las que se iba a tratar. De esta forma, sobre problemas teológicos pudimos conversar fructuosamente. El Papa era también muy conocedor de la literatura alemana contemporánea, y era siempre bonito –para ambos–buscar juntos la decisión justa sobre todas estas cosas [...].

[...] Finalmente, era costumbre del Papa invitar a comer a los obispos en visita ad limina, como también a grupos de obispos y sacerdotes de distinta composición, según la circunstancia. Eran casi siempre 'comidas de trabajo' en los que a menudo se proponía un tema teológico.

[...] El gran número de presentes hacía siempre variada la conversación y de gran alcance. Y quedaba siempre lugar también para el buen humor. El Papa reía con ganas y así esas comidas de trabajo, aún en la seriedad que se imponía, de hecho eran también ocasiones para estar en agradable compañía.

Desafíos doctrinales

A) Sobre Teología de la Liberación

El primer gran desafío que afrontamos fue la Teología de la Liberación que se estaba difundiendo en América Latina. Tanto en Europa como en América del Norte era opinión común que se trataba de un apoyo a los pobres y que por tanto de una causa que se debía aprobar sin duda. Pero era un error.

La pobreza y los pobres eran sin duda tema de la Teología de la Liberación y sin embargo en una prospectiva muy específica. Las formas de ayuda inmediata a los pobres y las reformas que mejoraban las condiciones eran condenadas como reformismo que tiene el efecto de consolidar el sistema: amainaba, se afirmaba, la rabia y la indignación que sin embargo eran necesarias para la transformación revolucionaria del sistema. No era cuestión de ayudas y de reformas, se decía, sino de la gran conmoción de la que debía surgir un mundo nuevo. La fe cristiana era usada como motor por este movimiento revolucionario, transformándola así en una fuerza de tipo político. Las tradiciones religiosas de la fe eran puestas al servicio de la acción política. De tal manera la fe era profundamente distanciada de sí misma y se debilitaba así también el verdadero amor por los pobres. [... El Papa continua aquí hablando sobre el tema de Teología de la liberación].

B) Sobre ecumenismo

Uno de los principales problemas de nuestro trabajo, en los años en los que fui prefecto, fue el esfuerzo por llegar a una comprensión correcta del ecumenismo.

También en este caso se trata de una cuestión que tiene un doble perfil: por un lado, se afirmaba con toda urgencia la tarea de trabajar por la unidad y de abrir los caminos que conducen a ella; por otro lado, es necesario rechazar las falsas concepciones de unidad, que quisieran alcanzar la unidad de la fe a través del atajo de aguar la fe. [...].

C) Sobre la tarea de la Teología en la época contemporánea

Por último nos hemos ocupado también de la cuestión relativa a la naturaleza y a la tarea de la Teología en nuestro tiempo. La ciencia y la unión con la Iglesia a muchos hoy les parecen elementos en contradicción entre ellos. Y sin embargo la Teología puede existir únicamente en la Iglesia y con la Iglesia. Sobre esta cuestión hemos publicado una Instrucción.

Encíclicas del Beato Juan Pablo II, Papa

Creo que son tres las encíclicas de particular importancia. En primer lugar quisiera mencionar laRedemptor Hominis, la primera encíclica del Papa, en la que ha ofrecido su síntesis personal de la fe cristiana [...]

En segundo lugar quisiera mencionar la encíclica Redemptoris Missio [...]

En tercer lugar quisiera citar la encíclica sobre problemas morales Veritatis Splendor.

La Constitución del Vaticano II sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo, frente a la orientación de la época, prevalentemente Iusnaturalis de la Teología moral, quería que la doctrina moral católica sobre la figura de Jesús y su mensaje tuviera un fundamento bíblico. Esto se intentó a través de indicaciones durante un breve periodo, después se fue afirmando la opinión que la Biblia no tenía alguna moral propia para anunciar, pero que dirigía a los modelos morales en ocasiones válidos. La moral es cuestión de razón, se decía, no de fe.

Desapareció así por una parte, la moral entendida en sentido de la ley natural, pero en su lugar no se afirmaba ninguna concepción cristiana. Y como no se podía reconocer ni un fundamento metafísico ni uno cristológico de la moral, se recurrió a soluciones pragmáticas: a una moral fundada sobre el principio del equilibrio de bienes, en la cual no existe ya lo que es realmente mal y lo que es realmente bien, sino solo lo que, del punto de vista de la eficacia, es mejor o peor.
La gran tarea que el Papa tuvo en esta encíclica fue dibujar nuevamente un fundamento metafísico en la antropología, como también una concretización cristiana en la nueva imagen de hombre de la Sagrada Escritura. Estudiar y asimilar esta encíclica permanece un importante y gran deber.

De gran significado es también la encíclica Fides et ratio [...]

[...] Por último es absolutamente necesario mencionar la Evangelium vitae, que desarrolla uno de los temas fundamentales de todo el pontificado de Juan Pablo II: la dignidad intangible de la vida humana, desde el primer instante de la concepción.

Espiritualidad y santidad de Juan Pablo II

La espiritualidad del Papa se caracterizaba sobre todo por la intensidad de su oración y por tanto está profundamente arraigada en la celebración de la Santa Eucaristía y hecha junto a toda la Iglesia con la recitación del Brevario.

En su libro autobiográfico Don y Misterio se puede ver cuanto el sacramento del sacerdocio haya determinado su vida y su pensamiento. Así su devoción no podía nunca ser puramente individual, sino que estaba siempre llena de preocupación por la Iglesia y por los hombres [...] Todos nosotros hemos conocido su gran amor por la Madre de Dios. Donarse por entero a María significó ser, con ella, todo para el Señor [...]

Que Juan Pablo II fuera un santo, en los años de colaboración con él me ha parecido cada vez más claro. Sobre todo hay que tener en cuenta naturalmente su intensa relación con Dios, su estar inmerso en la comunión con el Señor de la que acabo de hablar. De aquí venía su alegría, en medio de las grandes fatigas que debía pasar y la valentía con la cual cumplió su tarea en un tiempo realmente difícil. Juan Pablo II no pedía aplausos, ni miró nunca alredor preocupado por cómo serían acogidas sus decisiones. Él ha actuado a partir de su fe y sus convicciones y estaba preparado también a sufrir los golpes.

La valentía de la verdad es a mis ojos un criterio de primer orden de la santidad. Solo a partir de su relación con Dios es posible entender también su incansable compromiso pastoral. Se dio con una radicalidad que no puede ser explicado de otro modo.

Su compromiso fue incansable, y no solo en los grandes viajes, cuyos programas estaban cargados de encuentros, desde el inicio hasta el final, sino también día tras día, a partir de la misa matutina hasta la noche tarde. Durante su primera visita en Alemania (1980), por primera vez tuve una experiencia muy concreta de este enorme compromiso. Para su estancia en Munich, decidió que debía tomarse una pausa más larga a medio día. Durante ese intervalo me llamó a su habitación. Le encontré recitando el Breviario y le dije: «Santo Padre, debe descansar»; y él: «puedo hacerlo en el cielo».
Solo quien está lleno profundamente de la urgencia de su misión puede actuar así. [...] Pero debo honorar también su extraordinaria bondad y comprensión. A menudo habría tenido motivos suficientes parar culparme o poner fin a mi encargo como prefecto. Y aún así me sostuvo con una fidelidad y una bondad absolutamente incomprensibles.

También aquí quisiera poner un ejemplo. Frente a la tormenta que se había creado entorno a la declaración Dominus Iesus me dijo que durante el ángelus pretendía defender sin equívoco el documento. Me invitó a escribir un texto que fuera, por así decir, hermético y no permitiera ninguna interpretación diversa. Debía emerger de forma del todo inequívoca que él aprobaba el documento incondicionalmente.

Por tanto, preparé un breve discurso; no pretendía, sin embargo, ser demasiado brusco y así intenté expresarme con claridad pero sin dureza. Después de haberlo leído, el Papa me pregunto otra vez: «¿Es realmente suficientemente claro?» Yo respondí que sí. Quien conoce los teólogos no se asombrará del hecho que, sin embargo, después hubo quien mantuvo que el Papa había prudentemente tomado distancia del texto.

La última frase

Mi recuerdo de Juan Pablo II está lleno de gratitud. No podía y no debía intentar imitarlo, pero he intento llevar adelante su herencia y su tarea lo mejor que he podido. Y por eso estoy seguro que todavía hoy su bondad me acompaña y su bondad me protege.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

¿CÓMO JUGAMOS AL TENIS LOS CURAS?

Qué difícil es decir que no y evangelizar al mismo tiempo en el despacho parroquial


¡Cuánto me pesa tener que decir que no!

El drama de mi condición de párroco es que mientras quisiera ser el hombre del sí, el hombre que acoge siempre, mi posición de presidente de la comunidad, de responsable de la ortodoxia, de maestro de la fe me obliga en cambio a corregir y a orientar y, a veces, por desgracia, a tener que decir no, y esto es lo más duro.

Esta dificultad se expresa sobre todo en la práctica diaria de la oficina parroquial.

Hoy en día en el despacho se juegan partidos mortales. Cuando una persona entra a menudo lo hace porque tiene una petición específica: quiere un bautismo, o inscribir al niño al catecismo, o pide un funeral, u otras mil cosas.

Se comporta en general como el que va a una agencia a comprar un servicio: ya sabe lo que quiere y no está allí para escuchar lecciones (tiene poco tiempo en la vida, hay hijos que recoger en el cole, la compra…) a fin de cuentas, lo que me pregunta es simplemente sí o no.

Y aquí empieza la lucha.

Sí, porque a menudo el que pide no tiene la mínima idea de lo que está pidiendo, aunque cree que lo sabe, y yo entonces en dos o tres minutos, me encuentro frente a la ímproba tarea de reorientar sus decisiones, redefinir sus parámetros, en el fondo, anunciar el Evangelio a quien no tiene ninguna gana de que se lo anuncien, porque está convencido de que ya lo sabe.

Los comprendo, pobrecitos.

Desde su punto de vista, es como si uno fuera a la frutería a comprar un kilo de naranjas y le dieran una lección sobre las propiedades médicas de los limones, o fuera al concesionario para comprar, yo qué se, un Mercedes y le dieran una lección de conducir. ¿Qué quiere este cura? ¿Qué está diciendo? ¿Que tengo que cambiar de vida? ¿Que no soy cristiano? ¿Pero de qué va? ¿Y qué tiene que ver? Yo le he pedido que bautice a mi hijo y él quiere que yo vaya a misa?

Solo que si acepto sus peticiones, cuando no hay verdadera convicción, les haría un daño mayor, porque aceptar, por ejemplo, administrar un sacramento a personas que no tienen la mínima idea de la seriedad de lo que piden significa de hecho confirmarles en su convicción no expresada de que la Iglesia, y lo que es peor, la fe, no son cosas serias.

La chica es joven y guapa, más cerca de los treinta que de los cuarenta, tendría una cara simpática si sonriera, en cambio está manifiestamente a disgusto, se ve en seguida que no entra en una iglesia desde hace mucho.

La hago esperar un momento fuera de la puerta mientras resuelvo otra cuestión (encuentro de comer y de dormir para una pobre), lo hago adrede, dejo la puerta abierta para que pueda escuchar mi conversación con esa mujer desgraciada, también esta es una forma de evangelizar (aunque esa joven y guapa no da signos de haber entendido), un modo de decir: “¿ves lo que hace la Iglesia?”. Después de cinco minutos la recibo. Su petición es sencilla: quiere dopo confirmarse. ¿Motivo? Le ha nacido un sobrino y quiere ser la madrina.

Y aquí empieza el partido.


Soy perfectamente consciente de que este es probablemente el único contacto que esta chica tendrá con la Iglesia durante mucho tiempo, por lo menos hasta el matrimonio (si no está casada ya) o al funeral de algún ser querido, así que en estos pocos minutos tengo que meterlo todo, debo hacer que se sienta sobre todo querida, y después debo suscitar en ella un deseo verdadero de Jesús, algo que vaya más allá del puro y simple afecto por el sobrino que le hace desear ser su madrina, para elevarla mínimamente en el espíritu, todo mientras ella está allí por motivos muy distintos, y sólo quiere de mí un sí o un no.

Ok, empieza el partido, sirvo yo. Primera pregunta: “¿dónde vive? Ah, así que no es parroquiana mía, y ¿por qué viene aquí?” Tiene dificultades con su párroco obviamente, ay ay ay mala cosa, así que probablemente está prevenida contra los curas en general, lo que explica su disgusto.

Me he equivocado, debería haberle ofrecido un café (en mi despacho hay una cafetera siempre preparada exactamente por este motivo) e intentar establecer una relación más empática, quizás tuteándola. Un servicio torpe y me ha batido con una volea, 0-15.

Ahora le toca servir a ella: “el problema es que el niño nacerá en septiembre”, rápido cálculo mental, significa que tenemos a disposición no más de seis meses.

¡Qué golpe! Corro como un loco al fondo del campo y consigo recuperar, pero la respuesta es débil: “De por sí no es un obstáculo esto, la verdadera pregunta es: ¿sabe usted lo que está pidiendo? ¿Qué significa confirmarse?”

La mirada vacía que recibo por respuesta es ambigua, podría significar total desinterés, o también que he hecho centro intentando desviar el discurso del sobrino a ella (que es la única que de verdad me importa) y que ella se siente fuera de onda.

Intento el fuego cruzado: “¿Usted entiende que hacer la confirmación significa confirmar su voluntad de ser cristiana? Por lo demás, lo que se pide a un padrino es precisamente que sea un ejemplo de vida cristiana. Sea sincera, ¿desde cuánto tiempo no va a la iglesia?”

¡Maldición, qué ataque torpe! En seguida se cierra en banda: “Mucho tiempo, ¿pero qué tiene que ver? ¡Eso no significa que no soy cristiana!” Culpa mía, he sido muy agresivo y ella se ha cerrado a la defensiva, no sintiéndose querida, sino juzgada. Punto de fondo, 0-30.

Ahora sirvo yo: “Mire, el punto es que para hacer la Confirmación es necesario que haya una voluntad autentica de vivir como cristianos y la motivación que usted me da no es suficiente”. Ese es el enfoque correcto, no hablar nunca de si es cristiana, sino de si vive como cristiana, pocos aceptan que se les diga a la cara que no son cristianos, muchos más están más dispuestos, en cambio (también porque es difícil negarlo) a que se les diga que no viven como cristianos. “Para que usted pueda confirmarse debe demostrar su voluntad de cambiar de vida”, no es un ace, pero sí un buen servicio.

Su respuesta, “¿qué tengo que hacer?” me ofrece la posibilidad de atacar de nuevo: “hacer, no tiene que hacer mucho, ciertamente debe asistir a misa el domingo, es el requisito mínimo, y después un mínimo de catequesis, pero lo que cuenta es que cambie su actitud hacia la fe”.

Rayos, ¡el interés era sólo fingido! Me ha atraído a la red y ahora me endosa un lob perfecto: “Sí, vale, pero ¿me garantiza de que en septiembre podré confirmarme?”. El lob es inalcanzable: 0-40

Último intento desesperado, juego definitivamente a cartas descubiertas: “Mire, el problema es que usted debe desear recibir la Confirmación por sí misma y no por su sobrino, mientras que usted no deje de ver en la Confirmación sólo el instrumento necesario para poder ser madrina, en realidad está fuera de las condiciones espirituales necesarias. No es una cuestión de tiempo, Dios puede cambiar una vida en un día, es una cuestión de actitud mental”. Y ella: “entiendo, ya le responderé”.

Game over, set y partido.

He perdido miserablemente, no he sido capaz de amarla bastante, ni de mostrarle la verdad de lo que decía, pero en realidad ha perdido también ella, está convencida de que ha encontrado otro cura burócrata y “malo”, ahora quién sabe cuándo tendrá una nueva oportunidad, y mientras tanto yo me quedo sumido en la inquietud y en el remordimiento del “si hubiera hecho, si hubiera dicho”.

Para entendernos, esa chica no tiene culpa de esta situación, sino que es la consecuencia de siglos de pastoral absurda, basada en la sacramentalización masiva, que ha producido una Iglesia prácticamente atea, pero mientras tanto somos nosotros, soldaditos de primera fila, los que llevamos el peso de la batalla y ella y tantos como ella a sentir rechazo por la Verdad.

¿Cuándo, cuándo lograremos cambiar todo esto?


Artículo publicado originalmente en el Blog La Fontana del Villaggio, y traducido del italiano por Aleteia

miércoles, 7 de mayo de 2014

BOLETÍN MAIO 2014

Feliz mes de maio!

ECOS PASCUAIS

Hai quince días que celebramos, un ano máis, a Pascua de Resurrección. Á velocidade que van hoxe as noticias, parece que xa hai máis tempo deste gran acontecemento cristián. Cal é o problema? Que nos esquezamos tan rapidamente da Pascua de Resurrección impediranos vivir os seus efectos liberadores e de chamada a ser ”novos” nin sequera durante a cincuentena pascual


Os ecos pascuais deben provocar en nós unha intensidade da vivencia pascual.  Ecos pascuais reflectidos na fe viva e comprometida; ecos pascuais vividos nunha esperanza activa e caracterizados por un estilo de vida alegre,  ilusionado, capaz de contaxiar gañas de vivir; ecos pascuais que, a semellanza das primeiras comunidades cristiás, sexan chamada a compartir  e a provocar a expresión “mirade como se aman”. Ecos pascuais que nos inviten a ser “constantes na oración, na súplica, na acción de grazas e en partir o pan”


Ecos pascuais reflectidos na imaxe que preside o altar maior da nosa igrexa parroquial: A cruz superada sempre pola figura do Resucitado.  Que esta escena se reflicta na nosa vida: que os problemas, dificultades, etc., (cruces diarias) estean sempre iluminadas por Cristo Resucitado. 

Felices festas de Pascua de Resurrección! 


Benjamín.

domingo, 9 de marzo de 2014

MONS. SEBASTIÁN ASEGURA QUE EN ESPAÑA NI LA IZQUIERDA NI LA DERECHA DEFIENDEN LA FAMILIA

El arzobispo emérito de Pamplona y Tudela, monseñor Fernando Sebastián, que será creado cardenal este sábado por el Papa Francisco, opina que no se puede esperar de las instituciones políticas «ni de las de izquierda ni de las de derechas» que «apoyen de verdad a la familia». Así lo asegura en un artículo escrito para el número de marzo de la revista Palabra y adelantado por Europa Press, que lleva por título 'Primero la familia', con motivo del Consistorio Extraordinario de cardenales que se celebrará desde este jueves hasta el viernes para reflexionar sobre el tema de la familia.

(EP) «Por ahora no podemos esperar que las instituciones políticas apoyen de verdad a la familia, ni las de izquierda ni las de derechas. La vida política y la gran mayoría de los políticos, de izquierdas o de derechas, están dominados por esa cultura de la provisionalidad, del bienestar individualista, del oportunismo relativista y sin principios», asegura.

En este sentido, apunta que «no parece» que los políticos estén preocupados por fortalecer los fundamentos de la vida matrimonial y familiar. «Tendría que ser un objetivo central de unos gobernantes sensibles y honestos en el servicio a la sociedad, si los tuviésemos», precisa.

En lugar de eso, según añade, «la izquierda se preocupa sólo de aumentar ciegamente algunas libertades, hasta límites inmorales e inhumanos» para divorciarse «con facilidad», para abortar, para volverse a casar, mientras «las derechas piensan poco en la familia» pues, «de momento, se dedican a la economía» y, «en general, actúan con unas nociones antropológicas muy justitas».

Por otra parte, apunta que «hay muchas cosas que presionan en este mundo en contra de la familia». Así, señala que cuando un hombre y una mujer deciden casarse «necesitan una casa en propiedad o en alquiler, un trabajo seguro y uno o dos sueldos que les permitan vivir a la vez que van pagando los préstamos» y «tienen que pensar en los hijos que puedan venir en pocos años».

Cuando esto no está claro, según añade, llegan «los retrasos excesivos o los proyectos de vida distorsionados por la fuerza del dinero, matrimonios sin hijos o con hijos retrasados y escasos, convivencia insuficiente y a veces molesta, poca atención a la educación de los hijos, y muchas veces enfriamiento entre los esposos, discusiones, desengaños y separación».

Mayor atención a la formación de futuros matrimonios
Ante esta realidad, el arzobispo emérito de Pamplona y Tudela pide a los católicos «abrir espacios en donde los jóvenes puedan nacer, crecer y vivir en la cultura del amor, de la confianza y de la generosidad» para así «hacer frente a la fuerza disgregadora del laicismo,que está arruinando la mente y la vida de tantos cristianos».

Asimismo, destaca la importancia de los cursos prematrimoniales, por lo que reclama una mayor atención a la formación del futuro matrimonio. «Querer hacer familias cristianas en este mundo con tres conferencias dadas a última hora a unos jóvenes que llevan ya años alejados de la Iglesia es un deseo imposible. Tenemos que comenzar mucho antes. Y con más seriedad», asevera.

20/02/14
Infocatólica

PROPOSTA CORESMAL

O Papa Francisco, con motivo da Coresma, fainos unhas propostas que debemos ter en conta cada un dos cristiáns.

Comeza recordando as palabras de S. Paulo: “Pois coñecedes a graza do noso Señor Xesucristo, o cal, sendo rico, fíxose pobre para vos enriquecer coa súa pobreza” (2Cor 8,9). Se ben estas palabras son dirixidas, polo apóstolo Paulo, ós cristiáns de Corinto para animalos a ser xenerosos e axudar ós fieis de Xerusalén que pasaban necesidade, ¿que nos din, ós cristiáns de hoxe, estas palabras?

¿Que é pois esa pobreza coa que Xesús nos libera e nos enriquece? É precisamente o seu modo de amarnos, de estar preto de nós, como o bo samaritano que se acerca a ese home que todos abandonaran medio morto a beira do camiño (cfr. Lc 10, 25ss). A pobreza de Cristo que nos enriquece consiste no feito de que se fixo carne, cargou coas nosas debilidades e os nosos pecados, comunicándonos a misericordia infinita de Deus. A pobreza de Cristo é a maior riqueza: a riqueza de Xesús é a súa confianza ilimitada en Deus Pai, é encomendarse a El en todo momento, buscando sempre e soamente a súa vontade e a súa gloria.

Cando Xesús nos invita a cargar o seu “xugo levadeiro”, invítanos a enriquecernos con esta ”rica pobreza” e “pobre riqueza” súas, a compartir con El o seu espírito filial e fraterno, a converternos en fillos no Fillo, irmáns no Irmán Primoxénito (cfr. Rom 8, 29).

Díxose  que a única verdadeira tristeza é non ser santos; poderiamos dicir tamén que hai unha única verdadeira miseria: non vivir como fillos de Deus e irmáns de Cristo.

Á imitación do noso Mestre, os cristiáns estamos chamados a mirar as miserias dos irmáns, a tocalas, a facernos cargo delas e a realizar obras concretas coa fin de alivialas. A miseria non coincide coa pobreza; a miseria é a pobreza sen confianza, sen solidariedade, sen esperanza.  Podemos distinguir tres tipos de miseria: a miseria material, a miseria moral e a miseria espiritual. A miseria material é que habitualmente chamamos pobreza e toca a cantos viven nunha condición que non é digna da persoa humana: privados dos seus dereitos fundamentais  e dos bens de primeira necesidade como a comida, a auga, as condicións hixiénicas, o traballo, a posibilidade de desenvolvemento e de crecemento cultural.


Nota: Aínda que seguiremos no próximo boletín coa esta carta do Papa Francisco, aproveitemos o tempo coresmal para enriquecernos coa pobreza de Cristo. 

sábado, 8 de marzo de 2014

LÍMITES PARA EL RESPETO

Decía Chesterton: No respeto a ninguna secta, iglesia o grupo debido a su sinceridad. Respetamos los credos que otros tienen porque deben tener algo bueno, no porque alguien los sostenga sinceramente. Un hombre honesto respeta otras religiones porque contienen parte de su propia religión, es decir, de su visión más amplia de la verdad. Respetaré a los confucianos porque reverencian a los ancianos y mi religión también lo hace. Respetaré a los budistas porque su moralidad incluye ser amables con los animales igual que hace también mi moralidad. Respetaré a los mahometanos porque admiten una justicia general como yo también la admito. Pero no admiro las torturas chinas porque se lleven a cabo con ardor; ni disfruto con el pesimismo hindú porque sea sincero y por tanto desesperanzado; ni respeto al turco cuando desprecia a las mujeres simplemente porque lo haga de corazón. Debemos tener un credo incluso en orden a ser comprensivos. Debemos tener una religión en orden a respetar otras religiones. Incluso si nuestro deseo es admirar lo bueno en otras adoraciones, nosotros debemos adorar algo o no sabremos qué admirar.

Hay cuatro personajes que parecen resumir los cuatro últimos tipos de nuestra existencia. Esos cuatro tipos son: San Jorge, la Princesa que se iba a comer el Dragón, el padre de la princesa que era, si lo recuerdo bien, el Rey de Egipto, y el Dragón. Está todo en esas cuatro figuras: virtud activa destruyendo el mal, virtud pasiva soportando el mal, ignorancia o convención permitiendo el mal, y el Mal. En esas cuatro figuras también pueden encontrarse los reales y saludables límites de la tolerancia: admiro a san Jorge por ser sincero en su deseo de salvar la vida de la princesa, pues es un deseo enteramente bueno y sano. Estoy dispuesto a admirar el deseo de la Princesa de ser comida por el Dragón como una parte de sus obligaciones religiosas, pues la Princesa es generosa aunque tal vez sea un poco perversa. Estoy incluso preparado para admirar la sinceridad del tonto y viejo potentado que entrega a su hija al Dragón porque siempre se había hecho así en su reino. Pero hay un límite, el último límite del universo: rehúso admirar al dragón porque miraba a la Princesa con entusiasmo sincero y porque honestamente creía que comérsela le sentaría bien.

En «Respecting Other Peoples’ Opinions»,
The Illustrated London News, artículo del 29 de octubre de 1910, Collected Works, volume XXVIII.

Boletín de marzo

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Apertassssss

martes, 18 de febrero de 2014

Día Normal

Permíteme darme cuenta del tesoro inestimable que eres, que aprenda de ti, que te ame, que te bendiga antes de que partas.

Que no te deje pasar en busca de un mañana perfecto. Permíteme abrazarte mientras pueda, porque no siempre será así.

Un día clavaré mis uñas en la tierra, o sepultaré mi rostro en la almohada, o levantaré mis manos al cielo ,y desearé tu retorno por encima de todo en el mundo.
Fuente: The Chautauquan daily 
Mary Jean Irion 

LA REFORMA DE LA LEY DEL ABORTO QUE NO CAMBIARÁ NADA

Han tenido que pasar dos años y un mes para que se conozca el anteproyecto que modificará la ley del aborto aprobada en el 2010 por el gobierno de Rodríguez Zapatero. Desde mi experiencia de más de 10 años trabajando atendiendo a mujeres que afrontan un embarazo en una situación complicada, he de afirmar que el anteproyecto presentado por Ruiz-Gallardón es, en la práctica, exactamente igual que la ley del 85 y la ley del 2010. Bajo el contradictorio título de «Ley Orgánica para la Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada», el gobierno presenta una modificación de 21 páginas a la «Ley Aido» que, en esencia, sigue permitiendo el aborto libre aunque se hablen de dos supuesto.
Borja Montoro

Entre 1985 y el año 2010, más de 1.600.000 mujeres decidieron abortar. De ellas el 96,77% se acogieron al supuesto de «daños físicos y psicológicos para la madre» -conocido como supuesto terapéutico-, que permitía el aborto sin límite de plazos. Igual que con la reforma planteada por el gobierno de Mariano Rajoy, únicamente hacía falta un dictamen emitido con anterioridad al aborto elaborado por un médico de la especialidad correspondiente. El supuesto más recurrido por el de las embarazadas era el de «daños psíquicos para la madre», para lo que era necesario un informe siquiátrico. La realidad es que, como han venido denunciando los propios psiquiatras, se falseaba la realidad y, alegando daños para la salud psíquica, en España se abortaba sin problemas y sin importar la semana de gestaciónLa Ley del 2010 vino a demostrarlo al descender de un 96,77% de mujeres que alegaban riesgo para la salud física y psíquica a un 2.86%, ya que con la última ley hasta las 14 semanas se podía abortar sin acogerse a ningún supuesto y no era necesario alegar, falsamente, estos supuestos daños para la madre. En este momento el 89,58% de las mujeres que abortan lo hacen sin necesidad de alegar problemas de salud o malformaciones, simplemente haciendo uso del «derecho al aborto». Ahora, con la reforma, volverán a acogerse al supuesto terapéutico con informes que nadie va a controlar. El único cambio significativo es que con este supuesto únicamente se podrá abortar hasta las veintidós semanas de gestación. Rara vez una mujer espera tanto tiempo.

Otros cambios positivos que plantea la reforma -por lo menos en la teoría-, es que desaparece el supuesto eugenésico -aunque en la práctica siempre se podrá abortar por malformación alegando daños para la madre-, se contempla llevar a cabo un parto inducido a partir de las 22 semanas y que las menores precisarán de un consentimiento de los padres hasta los 16 y de un «asentimiento» entre los 16 y 18 años. La realidad es que muchas veces son los padres quienes obligan a las menores a elegir el aborto. Igualmente, es positivo que se hable del derecho a la objeción de conciencia del personal sanitario. Lo que no cambia es la financiación de los centros que practican el aborto. La administración pública seguirá haciéndose cargo y, aunque está prohibida la publicidad de los centros donde se practican los abortos, desde la red de salud pública se seguirán remitiendo a las mujeres a los centros privados en un 96% de los casos.

La reforma planteada marca que deben pasar siete días desde el momento en el que la mujer recibe la información -hasta ahora un sobre con información jurídica que rara vez se llegaba a abrir- y el momento en el que se practica el aborto. Con la ley actual son tres que, como seguro que pasará con la reforma, nunca se cumplen.

Quiero aclarar que en estos 10 años nunca me he encontrado con ninguna mujer que no se sienta obligada a abortar por una u otra razón. La mujer en el aborto es una víctima que queda marcada de por vida. Un alto porcentaje de las mujeres que abortan lo hacen ante la falta de alternativas y, en la mayoría de las ocasiones, por pura desinformación, a lo que hay que sumar la naturalización del aborto con la equiparación de este a un supuesto derecho, derecho que con la nueva Ley desaparece. Por eso, y tras centenares de atenciones, echo en falta que esta reforma lleve consigo aparejada por un lado una Ley Integral de Apoyo a la Maternidad y por otro una Ley eficaz y sin recortes de apoyo a las madres con hijos dependientes. En España sigue sin poderse adoptar a niños nacidos en el territorio nacional pese a que cada vez son más los españoles que deciden adoptar. Algo falla en nuestro sistema de adopción.
Nos encontramos ante una reforma hecha desde el desconocimiento de la realidad del aborto y que no responde a las necesidades de la mayoría de las mujeres que afrontan un embarazo en situación de dificultad.

Cartas al Director  24.12.13
Miguel Ángel Maestre Moreno

lunes, 17 de febrero de 2014

SE PUEDE APRENDER DE CUALQUIER COSA

Dijo una vez el rabino de Sadagora a sus discípulos. “Cada cosa puede enseñarnos algo, y no sólo lo que ha creado Dios. Lo que hizo el hombre también puede enseñarnos”.

“¿Qué podemos aprender de un tren?”, preguntó dubitativamente un discípulo.

“Que a causa de un segundo podemos perderlo todo”.

“¿Y del telégrafo?”

“Que cada palabra se cuenta y se cobra”

“¿Y del teléfono?”

“Que lo que decimos aquí se oye allá”»


Del libro: “Cuentos jasídicos: los maestros continuadores”, de Martin Buber

A PALABRA DE DEUS E COMPROMISO NO MUNDO (I)

1. Servir a Xesús nos seus “humildes irmáns” (VD 99). 

Todo o que facemos ou deixamos de facer  a un só deles, facémosllo ou deixamos de facerllo a El: “Tiven fame e déstesme para comer, tiven sede e déstesme de beber, fun forasteiro  e hospedástesme, estiven espido  e vestístesme, enfermo e visitástesme, no cárcere e viñestes verme”.

2. Anuncio da Palabra de Deus, reconciliación e paz entre os pobos (VD 102). 

“No contexto actual é necesario máis que nunca redescubrir a Palabra de Deus como fonte de reconciliación e paz porque nela Deus reconcilia así todas as súas cousas (cf. 2Cor 5,18- 20; Ef 1,10): Cristo é a nosa paz (cf. Ef 2,14), que derruba os muros de división”. Fieis á obra de reconciliación consumada por Deus en Xesucristo, crucificado  e resucitado, os católicos e todos os homes de boa vontade, han comprometerse a dar exemplo de reconciliación para construír unha sociedade xusta e pacífica.

3. A Palabra de Deus é a caridade efectiva (VD 103).

”É necesario prestar  máis atención á relación que hai entre a escoita amorosa da Palabra de Deus e o servizo desinteresado aos irmáns; todos os crentes han de comprender a necesidade de converter en xestos  de amor a palabra escoitada, porque só así se volve crible o anuncio do Evanxeo, malia as fraxilidades humanas que marcan as persoas”.

4. Anuncio da Palabra de Deus e a mocidade (VD 104). 

“Na idade da mocidade xorden de modo irrefreable e sincero preguntas sobre o sentido da propia vida e sobre que dirección dar á propia existencia”. “A estes interrogantes, só Deus pode dar unha resposta verdadeira. Esta atención ao mundo xuvenil implica a valentía dun anuncio claro. Temos que axudar á mocidade a que adquira confianza e familiaridade coa Sagrada Escritura, para que sexa como un compás que indica a vía a seguir, para iso necesitan testemuñas e mestres que camiñen con eles e os leven a amar e a comunicar á súa vez o Evanxeo converténdose eles mesmos en anunciadores”.

domingo, 16 de febrero de 2014

EVANGELIO

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: ["No creáis que he venido a abolir la Ley  y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán  el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que  se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres  será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será  grande en el reino de los cielos.] Os lo aseguro: Si no sois mejores que los escribas y  fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No matarás", y el que mate será procesado.  Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. [Y si uno  llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama  "renegado", merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda  sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí  tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces  vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida,  mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y  te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el  último cuarto.]

Habéis oído el mandamiento "no cometerás adulterio". Pues yo os digo: El que mira a  una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. [Si tu ojo  derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado  entero en el infierno. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te  vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno. Está mandado: "El que se  divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio." Pues yo os digo: El que se divorcie de  su mujer, excepto en caso de impureza, la induce al adulterio, y el que se case con la  divorciada comete adulterio.]

Habéis oído que se dijo a los antiguos: "No jurarás en falso" y "Cumplirás tus votos al  Señor". Pues yo os digo que no juréis en absoluto: [ni por el cielo, que es el trono de  Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del  Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo.]  A vosotros os basta decir "si" o "no". Lo que pasa de ahí viene del Maligno."

domingo, 26 de enero de 2014

La mirada del Padre

Usted ha estado en muchas ocasiones con niños gravemente enfermos. ¿Qué puede decir ante este sufrimiento inocente?


Dios Padre - Cima da Conegliano
Para mí, Dostoyevski ha sido un maestro de vida, y su pregunta, explícita e implícita, siempre ha rondado mi corazón: ¿por qué sufren los niños? No hay explicación. Me viene esta imagen: en cierto momento de su vida, el niño se “despierta”; no entiende muchas cosas, se siente amenazado, empieza a hacer preguntas a su papá o a su mamá. Es la edad del “por qué”. Pero cuando el hijo pregunta, luego no escucha todo lo que le tienes que decir y te acorrala con nuevos “por qué”. Lo que busca, más que una explicación, es la mirada del papá que le da seguridad. Frente a un niño que sufre, la única oración que me viene es la oración del “por qué”. ¿Señor, por qué? Él no me explica nada, pero siento que está viéndome. Entonces puedo decir: “Tú sabes por qué, yo no lo sé y Tú no me lo dices, pero me ves y yo confío en Ti, Señor, confío en tu mirada”. ”

El Papa Francisco en la entrevista con Andrea Tornielli 
para el diario La Stampa (publicada el 15 de diciembre de 2013)