miércoles, 19 de noviembre de 2014

RUEDA DE PRENSA AL REGRESO DE COREA

Texto de la rueda de prensa del Papa Francisco a bordo del avión de regreso de Corea: 18-08-2014
 19 de agosto de 2014.- (Camino católico) 

(Sung Jin Park)
Me llamo Sung Jin Park, periodista de la South Korean News Agency Yonhap. Santo Padre, en nombre de los periodistas coreanos y de nuestro pueblo, quiero darle las gracias por su visita. Ha hecho feliz a mucha gente en Corea. Y gracias también por sus palabras de aliento para la reunificación de nuestro país. Santo Padre, durante su vista a Corea, se ha dirigido en primer lugar a las familias de las víctimas del ferry Sewol para consolarlas. Le hago dos preguntas. La primera: ¿qué ha sentido cuando estaba con ellas? La segunda: ¿no le importa que su gesto haya podido ser malinterpretado políticamente?


(Papa Francisco)
Cuando te encuentras ante el dolor humano, tienes que hacer lo que el corazón te pide. Después dirán: “Ha hecho eso porque tiene esta intención política o esa otra…”. Pueden decir de todo. Pero, cuando piensas en esos hombres, en esas mujeres, padres y madres, que han perdido a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, cuando piensas en el dolor tan grande de una catástrofe, no sé, mi corazón…; soy un sacerdote, y siento que debo hacerme presente. Lo siento así; esto es lo primero. Sé que el consuelo que puede dar mi palabra no lo remdia, no devuelve la vida a los que han muerto; pero la cercanía humana en esos momentos nos da fuerza; hay solidaridad… Siendo arzobispo de Buenos Aires, recuerdo haber vivido dos catástrofes de este tipo: una, el incendio de una discoteca, durante un concierto de música pop: perdieron la vida 193 personas. Y luego, en otra ocasión, un accidente de trenes; creo que hubo 120 muertos. En esos momentos, sentí lo mismo: que tenía que hacerme presente. El dolor humano es duro, y si en esos momentos de tristeza nos mostramos cercanos, nos ayudamos mucho. Y me gustaría añadir algo sobre su última pregunta. Me puse esto [un pin a favor las víctimas del ferry Sewol]. Me lo puse por solidaridad con ellos, y después de haberlo llevado durante medio día, se me acercó uno y me dijo: “Es mejor que se lo quite… Usted debería ser neutral”. “Pero, por favor, con el dolor humano no se puede ser neutral”. Así le respondí. Es lo que siento. Gracias por su pregunta. Gracias. ¿A quién le toca ahora?

(Alan Holdren)
Santidad, me llamo Alan Holdren, trabajo para la Catholic News Agency, ACI Prensa en Lima, Perú, y también para EWTN. Como sabe, las fuerzas militares de los Estados Unidos han comenzado a bombardear hace poco a terroristas de Irak para evitar un genocidio, para proteger el futuro de las minorías, entre los que hay católicos, bajo su guía. ¿Aprueba usted este bombardeo americano?

(Papa Francisco)
Gracias por esta pregunta tan clara. En estos casos, cuando hay una agresión injusta, sólo puedo decir que es lícito detener al agresor injusto. Subrayo el verbo: detener. No digo bombardear, declarar la guerra, sino detenerlo. Habrá que estudiar los medios con los que se le puede detener. Detener al agresor injusto es lícito. Pero también hemos de tener memoria. Muchas veces, con esta excusa de detener al agresor injusto, las potencias se han apoderado de pueblos y han hecho una auténtica guerra de conquista. Una sola nación no puede determinar cómo detener a un agresor injusto. Después de la Segunda Guerra Mundial, surgió la idea de las Naciones Unidas: es allí donde se debe discutir, decir: “¿Se trata de un agresor injusto? Parece que sí. ¿Cómo detenerlo?”. Solamente así, nada más.
En segundo lugar, las minorías. Gracias por usar esa palabra. Porque me dicen: “Los cristianos, pobres cristianos…”. Y es verdad, sufren. “Los mártires”, sí, hay muchos mártires. Pero aquí hay hombres y mujeres, minorías religiosas, no todas cristianas, y todos son iguales ante Dios. Detener al agresor injusto es un derecho de la humanidad, pero también es un derecho del agresor de ser detenido para que no haga daño.

(Jean-Louis de la Vaissière, France Presse)
Buenas tardes, Santo Padre. Volviendo a la cuestión iraquí. Como el Cardenal Filoni y el Superior de los Dominicos, Cadoré, usted Santidad, ¿apoyaría una intervención militar en Irak para detener a los yihadistas? Y además otra pregunta: ¿Cabría la posibilidad de que usted fuera a Irak, quizás al Kurdistán, para apoyar a los refugiados cristianos, que le esperan, y para rezar con ellos en esa tierra donde viven desde hace dos mil años?

(Papa Francisco)
Gracias. Hace poco que estuve con el Presidente del Kurdistán, que tenía una idea muy clara de la situación, de cómo encontrar soluciones… aunque era antes de esta última ofensiva. A la primera pregunta ya he respondido: estoy de acuerdo con que, cuando haya un agresor injusto, se le detenga. Sí, yo estaría dispuesto, pero puedo decir esto: cuando tuvimos noticia, mis colaboradores y yo, de la situación en que se encontraban las minorías religiosas, y también del problema, en aquel momento, del Kurdistán, que no podía recibir a tanta gente –se entiende que es un problema: no podía–, nos dijimos: ¿qué podemos hacer? Pensamos muchas cosas. Preparamos un comunicado que hizo el Padre Lombardi en mi nombre. Este comunicado fue enviado a todas las Nunciaturas para que lo transmitiesen a los gobiernos. Después escribimos una carta al Secretario General de las Naciones Unidas… Muchas cosas. Y, al final, decidimos mandar un Enviado Personal, el Cardenal Filoni. Y, por último, dijimos: Si fuese necesario, cuando volvamos de Corea, podemos ir allí. Era una posibilidad. Ésta es la respuesta: Estoy dispuesto. En este momento no es lo mejor que se puede hacer, pero estoy dispuesto.

(Fabio Zavattaro)
Perdone, he tenido un pequeño inconveniente para llegar. Usted, Santo Padre, es el primer Papa que ha podido sobrevolar China. El telegrama que ha enviado al Presidente chino no ha recibido comentarios negativos. ¿Cree que éstos son pasos que permiten avanzar en un posible diálogo? ¿le gustaría viajar a China?

(Padre Lombardi)
¿Nos encontramos ahora sobre el espacio aéreo chino? Sí, puedo confirmar que estamos sobre el espacio aéreo chino en este momento, por tanto la pregunta es oportuna…

(Papa Francisco)
Y cuando íbamos a entrar en el espacio aéreo chino, me encontraba en el  cockpit con los pilotos, y uno de ellos me señaló un control y me dijo: “Faltan diez minutos para entrar en el espacio aéreo chino, tenemos que pedir autorización. Se pide siempre, es lo normal, a todos los países se les pide”. Y oí cómo pedían autorización, cómo respondían… Lo presencié personalmente. Y el piloto me dijo: “Ahora va el telegrama”, pero no sé cómo hicieron. Así fue… Después me despedí de ellos, volví a mi asiento y recé un buen rato por el grande y noble pueblo chino, un pueblo sabio… Pensaba en los grandes sabios chinos, una historia de ciencia, de sabiduría… También los jesuitas tenemos allí parte de nuestra historia, con el Padre Ricci… Y todas estas cosas me venían a la cabeza. ¿Que si me gustaría ir a China? Por supuesto: ¡mañana! Sí. Respetamos al pueblo chino; la Iglesia pide únicamente libertad para su misión, para llevar a cabo su tarea; no hay más condiciones. Además, no podemos olvidar aquel documento fundamental sobre la cuestión china, la Carta enviada a los chinos por el Papa Benedicto XVI. Esa Carta no ha perdido actualidad. Releerla hace bien. Y la Santa Sede siempre está abierta a los contactos: siempre, porque tiene una verdadera estima por el pueblo chino.

(Johannes Schidelko)
Gracias. Santidad, ¿qué relación hay entre usted y Benedicto XVI? ¿Intercambian habitualmente opiniones, ideas? ¿tienen algún proyecto común después de la Encíclica?

(Papa Francisco)
Nos vemos… Antes del viaje, fui a verlo. Dos semanas antes, me había enviado un interesante escrito: pedía mi opinión… Tenemos una relación normal, porque vuelvo a esa idea, que quizás no le guste a algún teólogo –yo no soy teólogo–: pienso que el Papa emérito no es una excepción, sino que, después de tantos siglos, es el primer emérito. Recordemos lo que dijo: “Me estoy haciendo viejo, no tengo fuerzas”. Fue un hermoso gesto de nobleza y también de humildad y de valor. Pienso: hace 70 años los obispos eméritos eran una excepción, no había. Hoy los obispos eméritos son una institución. Creo que “Papa emérito” es ya una institución. ¿Por qué? Porque nuestra vida se alarga y a una cierta edad no tenemos capacidad para gobernar bien, porque el cuerpo se cansa; la salud puede ser buena, pero no se tienen fuerzas para atender todos los problemas de un gobierno como el de la Iglesia. Y creo que el Papa Benedicto XVI hizo un gesto que de hecho instituye los Papas eméritos. Repito: quizás algún teólogo me diga que no es exacto, pero yo lo veo así. Los siglos dirán si es o no así, veremos. Usted podría decirme: “¿Y si usted no se viera capaz, en un momento dado, de continuar?”. Haría lo mismo, haría lo mismo. Rezaría mucho, pero haría lo mismo. Se ha abierto una puerta que es institucional, no excepcional. Nuestra relación es de hermanos, de verdad. También he dicho que lo siento como si tuviera el abuelo en casa, por su sabiduría: es un hombre de una sabiduría, con las nuances, que hace bien escucharlo. Y también me anima mucho. Ésta es la relación que tenemos.

(Yoshimori Fukushima)
Papa Francisco, en primer lugar, gracias por su primera visita a Asia. En este viaje se ha encontrado con personas que han sufrido mucho. ¿Qué ha sentido cuando ha saludado a las siete “mujeres de confort” en la Misa de esta mañana? Hablando del sufrimiento de las personas, igual que en Corea, también en Japón había cristianos clandestinos, y el próximo año será el 150º aniversario de su “reaparición”. ¿Sería posible que usted viniera a Nagasaki a rezar por ellos? Muchas gracias.

(Papa Francisco)
Estaría muy bien, estaría muy bien. Me han invitado: tanto el gobierno, como los Obispos; me han invitado. Los sufrimientos… Vuelve usted sobre una de las primeras preguntas. El pueblo coreano es un pueblo que no ha perdido su dignidad. Fue un pueblo invadido, humillado, sufrió guerras, ahora se encuentra dividido, con mucho sufrimiento. Ayer, cuando iba al encuentro con los jóvenes, visité el Museo de los mártires. Es terrible el sufrimiento de esta gente, simplemente por no pisotear la cruz. Es un dolor y un sufrimiento histórico. Este pueblo tiene capacidad de sufrir, y también esto forma parte de su dignidad. Hoy, cuando estaban estas mujeres ancianas, delante, en la Misa… pensar que, en aquella invasión, siendo niñas, fueron raptadas, llevadas a los cuarteles para abusar de ellas… y no han perdido su dignidad. Hoy daban la cara, ancianas, las últimas que quedan… Es un pueblo que tiene una gran dignidad. Pero volviendo a estas situaciones de martirio, de sufrimiento, también de estas mujeres: éstos son los frutos de la guerra. Y actualmente nos encontramos en un mundo en guerra, en todas partes. Alguno me decía: “Sabe, Padre, estamos en la Tercera Guerra Mundial, pero ‘por partes’?”. ¿Me entiende? Es un mundo en guerra, donde se cometen estas barbaries. Quiero detenerme en dos palabras. La primera es crueldad. Hoy no se tiene en cuenta a los niños. Antes se hablaba de guerra convencional, hoy ya no. No digo que las guerras convencionales fuesen buenas, no. Pero hoy llega una bomba y mata al inocente con el culpable, al niño con la mujer, con su madre… mata a todos. Tenemos que detenernos y pensar un poco en el nivel de crueldad a que hemos llegado. Nos debería espantar. No lo digo para meter miedo: se podría hacer un estudio empírico. El nivel de crueldad de la humanidad en este momento es estremecedor. Y la otra palabra sobre la que querría decir algo, y que está en relación con la anterior, es la tortura. Hoy la tortura es una de los medios, casi diría ordinarios, que usan los servicios de inteligencia, los procesos judiciales… Y la tortura es un pecado contra la humanidad, es un delito contra la humanidad; y a los católicos les digo: torturar una persona es pecado mortal, es pecado grave. Más todavía: es un pecado contra la humanidad. Crueldad y tortura. Me gustaría mucho que en sus medios de comunicación hiciesen reflexiones: ¿cómo ven estas cosas hoy? ¿cuál es el nivel de crueldad de la humanidad? ¿qué piensan de la tortura? Creo que nos haría bien a todos nosotros reflexionar sobre esto.

(Deborah Ball)
Gracias. Nuestra pregunta es: Usted lleva un ritmo muy, muy activo, muy ajetreado y descansa poco y no toma vacaciones; hace viajes agotadores. En los últimos meses hemos visto que ha tenido que cancelar algunos actos, incluso en el último momento. ¿No es preocupante el ritmo que lleva?

(Papa Francisco)
Sí, algunos me lo han dicho. Acabo de tener vacaciones, en casa, como suelo hacer normalmente, porque… Una vez leí un libro, interesante, titulado: “Alégrate de ser neurótico”. También yo tengo algunas neurosis, pero hay que tratarlas bien a las neurosis. Darles el mate cada día… Una de estas neurosis es que me apego quizás demasiado al habitat. La última vez que salí de vacaciones fuera de Buenos Aires, con la comunidad de jesuitas, fue en 1975. Desde entonces, siempre me tomo vacaciones –¡de verdad!–, pero en el  habitat: cambio de ritmo. Duermo más, leo lo que me gusta, escucho música, rezo más… Y así descanso. En julio y parte de agosto, he hecho esto y me ha venido bien. La otra pregunta: que he tenido que cancelar [algunos actos]: es verdad, es verdad. El día que tenía que ir al “Gemelli”, hasta 10 minutos antes iba a ir, pero no pude, de verdad… Fueron unos días muy intensos. Y ahora tengo que ser prudente. Tiene razón.

(Anaïs Feuga)
En Río, cuando la gente gritaba: “Francisco, Francisco”, usted respondía: “Cristo, Cristo”. ¿Ahora cómo lleva esta enorme popularidad? ¿cómo lo vive?

(Papa Francisco)
No sé qué decir… Lo vivo dando gracias al Señor de que su pueblo sea feliz –esto lo hago de verdad– y deseando lo mejor al pueblo de Dios. Lo vivo como generosidad del pueblo, esto es verdad. En mi interior, pienso en mis pecados y en mis errores, para no creérmelo, porque sé que esto durará poco tiempo, dos o tres años, y luego… a la casa del Padre… Y además no es prudente preguntarse estas cosas, pero lo vivo como la presencia de Dios en su pueblo que usa al obispo, que es el pastor del pueblo, para manifestar muchas cosas. Lo vivo con más naturalidad que antes: antes me asustaba un poco… Hago estas cosas… Me digo también interiormente: no te equivoques, porque no puedes confundir a este pueblo; y todas esas cosas… Un poco así…

(Francesca Paltracca)
Para el Papa venido “del fin del mundo”, que se ve ahora en el Vaticano, aparte de Santa Marta –donde ya nos ha contado cómo es su vida y el porqué de su decisión–, ¿cómo vive el Papa dentro del Vaticano? Nos preguntan siempre: ¿qué hace?, ¿cómo se organiza?, ¿pasea? Después hemos visto que usted va al comedor, y cada día nos guarda alguna sorpresa… hemos visto que fue al comedor del Vaticano, por ejemplo… Nos sorprende… En definitiva, ¿qué tipo de vida hace, más allá del trabajo, en Santa Marta?

(Papa Francisco)
Intento ser libre… Hay actos oficiales, de trabajo… Después la vida procuro que sea lo más normal posible. Ciertamente, me gustaría poder salir, pero no se puede, no se puede… no, no es por la seguridad; no se puede, porque, si sales, la gente se junta alrededor… y no se puede, es así. Pero dentro, en Santa Marta, llevo una vida normal de trabajo, de descanso, de tertulias…

(Francesca Paltracca)
Entonces, no se siente prisionero.

(Papa Francisco)
No, no. Al principio sí, ahora han caído algunos muros…, no sé…: “el Papa no puede ir…”; un ejemplo, para que se ría: iba a tomar el ascensor, y enseguida venía uno, porque el Papa no podía ir en el ascensor solo. “Tú haz lo que tengas que hacer, que yo bajo solo”. Y se acabó. Es así, ¿no? Es lo normal, lo normal.

(Sergio Rubín)
Santo Padre, soy Sergio Rubín. Le pido perdón, pero tengo que hacerle, de parte del grupo español, del que forma parte Argentina, una pregunta que requiere de sus profundos conocimientos teológicos. Su equipo, el San Lorenzo, se ha proclamado campeón de América por primera vez. Me gustaría saber cómo vive este triunfo; y me dicen que va a recibir una delegación de la Sociedad Deportiva este miércoles en la audiencia general…

(Papa Francisco)
Después de haber quedado los segundos en Brasil, es una buena noticia. Me he enterado aquí, aquí en Seúl me lo dijeron; y me dijeron: “Oiga, que vienen el miércoles…”. Pues que vengan, es audiencia pública, allí estarán… Toda mi familia fue del San Lorenzo: mi padre jugaba al baloncesto en San Lorenzo, fue jugador de un equipo de baloncesto. Y cuando éramos niños, íbamos; también mi madre venía con nosotros al Gasómetro… Lo recuerdo como si fuese hoy, la temporada del ’46 el San Lorenzo tenía un equipo excelente, quedaron campeones… ¿Sabes? Con ilusión, lo vivo con ilusión. Pero de milagros nada, no hablemos de milagros.

(Jürgen Erbacher)
La pregunta es: hace tiempo que se habla del proyecto de una Encíclica sobre la ecología. ¿Nos podría decir cuándo saldrá y cuáles serán sus puntos centrales?

(Papa Francisco)
De esta Encíclica… he hablado mucho con el Cardenal Turkson y también con otros, y he pedido al Cardenal Turkson que recoja todas las aportaciones que han llegado. Y antes del viaje, una semana antes, no, cuatro días antes, el Cardenal Turkson me entregó el primer borrador. El primer borrador es así de grueso… Creo que tiene un tercio más que la Evangelii gaudium. Es el primer borrador. Pero la cuestión no es fácil, porque de la protección de la creación, de la ecología, también de la ecología humana, se puede hablar con relativa seguridad hasta un cierto punto. Después vienen las hipótesis científicas, algunas bastante seguras, otras no tanto. Y una Encíclica así debe ser magisterial, debe ir únicamente sobre seguro, basándose en las cosas que son seguras. Porque si el Papa dice que el centro del universo es la Tierra y no el sol, se equivoca, porque está diciendo algo que debería ser científico, y eso no cabe. En este punto nos encontramos. Tenemos que hacer un estudio, número por número, y creo que quedará más reducida. Hemos de ir a lo esencial y a lo que se puede afirmar con seguridad. En nota a pie de página, se puede decir: “Sobre esto hay una hipótesis, ésta, ésta…”; decirlo como información, no en el cuerpo de la Encíclica, que es doctrinal y debe ser segura.

(Jung Ae Ko)
Santidad, muchas gracias por su visita a Corea del Sur. Le haré dos preguntas. La primera es: antes de la Misa final en la Catedral de Myeong-dong, se acercó a consolar a algunas “mujeres de confort”, ¿qué se le pasó por la cabeza en ese momento? Ésa es la primera pregunta. La segunda es: Pyongyang afirma que el cristianismo representa una amenaza directa contra su régimen y su liderazgo. Sabemos que algo terrible les ha pasado a los cristianos norcoreanos, aunque no sabemos qué en concreto. ¿Tiene pensado algo para intentar cambiar el trato de Pyongyang a los cristianos norcoreanos?

(Papa Francisco)
En cuanto a la primera pregunta, repito esto: hoy, estas mujeres se encontraban allí porque, a pesar de todo lo que han sufrido, tienen dignidad: han dado la cara. Yo pensaba lo que acabo de decir, en los sufrimientos y las barbaries que acarrean las guerras… Estas mujeres fueron víctimas de abusos, esclavizadas, esto son barbaries… Todo esto me ha pasado por la cabeza: la dignidad que tienen y lo que han tenido que sufrir. Y el sufrimiento es un legado. Nosotros decimos, los primeros padres de la Iglesia decían que la sangre de los mártires era semilla de cristianos. Ustedes, coreanos, han sembrado mucho, muchísimo. Por coherencia. Y se ve ahora el fruto de aquella siembra de los mártires. Sobre Corea del Norte, no lo sé… Sé que hay un sufrimiento… De uno estoy seguro: hay familiares, muchos familiares, que no pueden reunirse, y esto hace sufrir, es así. Es el sufrimiento por esta división del país. Hoy, en la Catedral, donde me he revestido para la Misa, encontré un regalo que me habían hecho, una corona de espinas de Cristo, elaborada con la alambrada que divide las dos partes de la única Corea. Y este regalo lo traemos, lo llevo en el avión… El sufrimiento de la división, de una familia dividida, Como ya he dicho –ayer, no recuerdo cuándo, hablando con los obispos, no me acuerdo concretamente-, tenemos una esperanza: las dos coreas son hermanas, hablan la misma lengua. Cuando se habla de la misma lengua, es porque se tiene la misma madre y esto nos da esperanza. El sufrimiento de la división es grande, lo comprendo y rezo para que termine.

(Pulella)
Una observación y una pregunta: como ítalo-americano quería felicitarle por su inglés. No tenga miedo. Y si antes de ir a América, mi segunda patria, quiere hacer un poco de práctica, estoy a su disposición. Cualquier acento que quiera aprender, el de Nueva York –yo soy de Nueva York-, cuente conmigo. Usted ha hablado del martirio: ¿cómo va el proceso de Mons. Romero? ¿Cómo le gustaría que concluyese este proceso?

(Papa Francisco)
El proceso se encontraba en la Congregación para la Doctrina de la Fe, bloqueado “por prudencia”, según decían. Ahora ya no está bloqueado. Ha pasado a la Congregación para los Santos. Y sigue el camino normal de cualquier proceso. Depende de cómo se muevan los postuladores. Es muy importante que lo hagan con rapidez. Lo que a mí me gustaría es que se esclarezca: si se da martirio in odium fidei, por haber confesado a Cristo o por haber hecho las obras que Jesús nos manda para con el prójimo. Y esto tienen que hacerlo los teólogos, que lo están estudiando. Porque detrás de él [Romero], vienen Rutilio Grande y otros; hay otros que fueron asesinados, aunque no están a la altura de Romero. Hay que distinguir teológicamente esto. Para mí Romero es un hombre de Dios, pero hay que hacer el proceso, y el Señor tiene también que dar su señal… Si quiere, lo hará. Pero ahora los postuladores tienen que ponerse en marcha porque ya no hay impedimentos.

(Céline Hoyeaux)
Santo Padre, a la vista de la guerra en Gaza, ¿considera que la oración por la paz, organizada el pasado 8 de junio en el Vaticano, ha sido un fracaso?

(Papa Francisco)
Gracias, gracias por la pregunta. Aquella oración por la paz no ha sido un fracaso en absoluto. En primer lugar, la iniciativa no surgió de mí: la iniciativa de rezar juntos partió de los dos Presidentes, del Presidente del Estado de Israel y del Presidente del Estado de Palestina. Me hicieron llegar este deseo. Además, queríamos hacerla allí [en Tierra Santa], pero no se veía el lugar adecuado, porque el precio político para uno o para el otro era muy alto si iba a la otra parte. La Nunciatura, sí, podría haber sido un lugar neutral, pero para llegar a la Nunciatura el Presidente del Estado de Palestina tendría que haber entrado en Israel y no era fácil. Y me dijeron: “Lo hacemos en el Vaticano, y vamos nosotros”. Estos dos hombres son hombres de paz, son hombres que creen en Dios, y han vivido tantas cosas terribles, tanta cosas terribles, que están convencidos de que el único camino para resolver esta situación es la negociación, el diálogo y la paz. En cuanto a su pregunta: ¿ha sido un fracaso? No, creo que la puerta está abierta. Los cuatro, como representantes, y he querido que participase Bartolomé como jefe de la Ortodoxia, Patriarca ecuménico de la Ortodoxia –no quiero usar términos que quizás no agradan a todos los ortodoxos–, como Patriarca ecuménico, era conveniente que estuviese con nosotros. Y se ha abierto la puerta de la oración. Y dijimos: “Hay que rezar”. Es un don, la paz es un don, un don que se alcanza con nuestro trabajo, pero un don. Y decir a la humanidad que, junto al camino de la negociación –que es importante-, del diálogo –que es importante-, está también el de la oración. Después ha sucedido lo que ha sucedido. Pero esto es coyuntural. Ese encuentro, en cambio, no era coyuntural: es un paso fundamental de actitud humana: la oración. Ahora el humo de las bombas, de las guerras no deja ver la puerta, pero la puerta ha quedado abierta desde aquel momento. Y como creo en Dios, creo que el Señor mira esa puerta, y mira a cuantos rezan y le piden que nos ayude. Sí, me gusta esta pregunta. Gracias, gracias por haberla hecho. Gracias.

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