sábado, 13 de diciembre de 2014

Cine: Lecciones de amor

Cuando el arte nos empuja a ser mejores

La próxima semana, se estrena una comedia dramática que, sin ser definitivamente original, es lo suficientemente fresca e interesante como para no dejarla pasar. Un film que afronta con seriedad cuestiones nada banales, como son el sentido del arte, la vocación del educador, y la posibilidad de recomenzar y recuperar el gusto por la vida

Escena de la película Lecciones de amor (www.cine365.com)

¿Qué tiene más potencial artístico y ético, las imágenes, o las palabras? ¿Cuál de los dos lenguajes comunica mejor? Este dilema abre una batalla académica entre Jack Marcus (Clive Owen) y Dina Delsanto (Juliette Binoche), profesores de inglés y de arte, respectivamente, en un instituto americano. Ambos docentes comparten alumnos, y éstos van a tener que tomar parte en esta guerra intelectual que les despierta una inesperada motivación que no tenían.

Bajo este empalagoso título, Lecciones de amor, que traduce con poca vista comercial el original, Words and pictures (Imágenes y palabras), se esconde una estupenda película que engrosa el ya casi subgénero de amor y docencia. En ésta, encontramos ecos de la maravillosa cinta, de Josh Radnor, Amor y letras (2012), sobre todo en lo que a reflexiones sobre la belleza y el arte se refiere. También nos evoca alguna escena de El tigre y la nieve (2005), en la que Roberto Benigni seduce a sus alumnos con una pedagogía excéntrica. Incluso, aunque no pertenece al género de la comedia romántica, algunos elementos de El profesor (Tony Kaye, 2011), como la subtrama de la alumna con problemas, encuentran su trasunto en este film de Fred Schepisi, con guión del veterano Gerald DiPego.

Schepisi tiene una larga filmografía de comedias muy comerciales, y a veces algo toscas. Ahora, a sus setenta y cinco años, nos deja, probablemente, su mejor película. Dos personajes heridos por la vida, uno por el alcohol y otro por la enfermedad, están marcados por el drama de la soledad. Pero también, y es lo más importante, por la búsqueda continua de la belleza; uno en la poesía, otro en la pintura. Una belleza descrita en el film como algo capaz de sacar de las personas su mejor parte, como un ideal capaz de regeneración humana y moral. Belleza y verdad van de la mano en este film, como se evidencia en la memorable escena en la que Marcus revela a su hijo un inconfesable secreto. No es posible vivir en la mentira cuando buscas la belleza. Por eso, arrepentimiento y perdón tienen también un lugar decisivo en la trama de esta película, de savia capriana por su optimismo antropológico.

Otro hilo argumental, exhaustivamente tratado en el cine, pero muy bien llevado a puerto en esta ocasión, es el paterno-filial. El joven que desea tener un padre al que mirar, y sólo encuentra un alcohólico al borde del precipicio. Esta subtrama es discreta en el film, pero muy bien escrita y con una brillante resolución dramática. Sin duda, esta comedia dramática no sería la misma si no la protagonizaran ese par de grandes intérpretes. Juliette Binoche ya bordó a una mujer hundida y recuperada por el arte en Azul (Kieslowski, 1993); Clive Owen encarna a la perfección el simpático vividor con halo de cansino patetismo. Les corea un sólido grupo de secundarios, poco conocidos, pero muy bien orquestados.

Juan Orellana


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