viernes, 28 de junio de 2013

¡Viva la Revolución… de Francisco!

En su discurso a los participantes de la Asamblea Diocesana en Roma la semana pasada (17/06/2013), el Santo Padre habló de la gran Revolución de Cristo, de la que todos deben participar. Pero por una "casualidad" increíble (el Espíritu sabe lo que hace), coincidió con la ola de protestas en Brasil. Y, como era de esperar, muchos utilizaron la declaración del Papa llamando a las manifestaciones que vimos en las principales ciudades del país. Pero la revolución real es mucho mayor.


"Un cristiano, si no es revolucionario, en este tiempo, no es cristiano" (Papa Francisco)


Esta frase hace circuló por Internet y ha servido de base para muchos discursos encendidos en los que, sobre todo algunos jóvenes, convocaban a los católicos a salir a las calles en apoyo a las protestas que se produjeron casi a diario. Y todas estas movilizaciones tenían un punto de partida muy justo: el inmenso deseo de verdad y justicia en el corazón de todos nosotros. (...). Era, en el fondo, un gran grito de miles de corazones deseosos de algo más grande.

Y justamente por eso vale la pena contextualizar mejor esta declaración y entender que Francisco nos pide mucho más que protestas.

"Ha habido muchos revolucionarios en la historia, pero ninguno tuvo la fuerza de esta revolución que nos trajo Jesús: una revolución para transformar la historia, una revolución que cambia profundamente el corazón del hombre" (Papa Francisco).


¡Esta es la verdadera revolución! La que cambia el interior. Y a partir de ahí, cambia el mundo. La revolución de Cristo es la que da sentido al vacío que todos sentimos en el pecho y tratamos de llenar con tantas distracciones, incluso con las ideologías que nos hacen ir a las calles para salvar el mundo, para darnos cuenta de que no nos salvamos ni a nosotros mismos.

Revolución significa un cambio de dirección. Exactamente el mismo significado que otra palabra bien conocida por todos nosotros: "Conversión". La Revolución de Cristo significa la conversión. Y si un cristiano no se convierte todos los días, si no es capaz de reconocer la presencia de Cristo en la vida y, de hecho, no se siente tocado por ella, no es cristiano.

Esta es la revolución que todo lo cambia. Es por eso que la Iglesia Católica es la mayor organización de caridad en el mundo. Es por eso que nuestros misioneros son el ejército más grande de ayuda a los necesitados de África y de los varios campos de refugiados. Por eso, dentro de tu parroquia, hay tantas pastorales y servicios cuya única función y ayudar a otros. No es porque somos buenos chicos. Es porque sabemos el verdadero valor de cada persona. Es porque sabemos el verdadero significado de la vida y de la realidad. Y no está en las  ideologías, sino en Cristo.

Es Cristo quien nos saca de la mediocridad y nos hace grandes. Él es quien nos abre los ojos a la realidad y a nosotros mismos.

Es por eso que la Iglesia Católica ha cambiado el mundo en estos 2000 años. Mucho más que cualquier partido político o ideología. Esta es la verdadera revolución.

Alexandre Varela

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