Sin embargo, pienso que fue determinante la
fundación, en ese mismo año, de los grupos Ágape de Barcelona y Maranatha de
Madrid. En la "estrategia" y designio del Espíritu, la aparición de
estos dos grupos, hijos de la misma tradición, ha ayudado a vertebrar la
Renovación carismática de España. En efecto, a primeros de este año 73, se
encuentra en Barcelona el matrimonio Caminero. Son españoles, pero habían
conocido la Renovación en Colombia. De ellos reciben la efusión del Espíritu,
en distintos momentos, un grupo de personas, entre los que se encuentran el
matrimonio Antonia Vidal y Pedro Manén, y el sacerdote Luis Martín, operario
diocesano. Algunas de las personas que han recibido la efusión en Barcelona
pertenecen al "Movimiento familiar cristiano". Rápidamente comunican
con otros amigos de Madrid, pertenecientes al mismo movimiento. Acuden a la
llamada un par de matrimonios madrileños que viajan para ver de cerca "la
zarza que ardía ya en Barcelona, sin consumirse". A mediados de abril
reciben la efusión del Espíritu Pepe Pérez Torres y su mujer Angelita y también
el matrimonio Miguel y Fina de la Puerta. Con esto habían sido puestas las primeras
piedras del grupo madrileño que, más tarde, se llamará Maranatha.
Poco a poco toda la geografía española se fue
llenando de grupos. Por la razón que fuera aquí no se siguió el modelo francés
que primaba las grandes comunidades. Entre nosotros surgieron por doquier
grupos autónomos que se fueron coordinando, naciendo así las coordinadoras
regionales y la nacional. Desde el primer momento se consideró una corriente
espiritual sin fundador, sin intención de perpetuarse, sin pretensiones
públicas, fuera del derecho canónico y de toda la legislación oficial. Eran
grupos privados en que los miembros se reunían libremente para orar sin alguna
otra intención. Tenían conciencia, eso sí, de pertenecer a la Iglesia, de su
amor hacia ella y de ser sal y fermento, constituyendo un potencial renovador
dentro de ella por la experiencia del Espíritu con que eran movidos..
En el año 2003 una parte de esta Renovación,
bajo los auspicios de la coordinadora nacional del momento y por influencia
italiana, decidió dotarse a sí misma de estatutos, convirtiéndose en asociación
privada. Dichos estatutos fueron presentados a la conferencia episcopal siendo
aprobados después de dos o tres años de deliberación. Esta decisión pilló
desprevenida a mucha gente y a muchos grupos y engendró fuertes tensiones.
Algunos no pudimos asumir en conciencia un cambio tan drástico y de esa forma
quedó dividida la Renovación en España. La Renovación siempre había pretendido
ser la sal en el cocido no una pieza más de ese plato.
De todas formas, hoy, después de diez años, ha
nacido en ambas expresiones carismáticas una generación nueva que no ha
conocido ni guarda memoria del evento que nos separó. Se ha demostrado que
ambas Renovaciones pueden convivir sin ser un duplicado solapado. En efecto, la
Renovación de estatutos se dedica más a la pastoral cultivando los carismas en
niños y jóvenes mientras que la Renovación de siempre se inclina más por la
experiencia mística, de alabanza y de profundización teológica. Pienso que la
Renovación actualmente está bien como está y ambas expresiones son obra del
Espíritu Santo.
Donde hay miel siempre pululan las moscas. En
efecto, alrededor de estas grandes corrientes de vida y renovación, ha nacido
lo que yo llamo el fenómeno carismático. Este está compuesto de comunidades,
grupos y formas que se consideran frutos de la Renovación aunque ya no están en
ella. Existen también predicadores, sanadores y formaciones que cultivan alguno
de los carismas. A veces se consideran cercanos a la Renovación, otras veces no
quieren saber nada de ella, aunque utilizan sus métodos, modos y maneras.
Muchas de estas proliferaciones son o pueden
ser auténticas y en general sirven y hacen bien a mucha gente. Son tres los
defectos en que pueden caer:
1º- Ir demasiado por libre con el sometimiento
excesivo y exclusivo a un líder.
2º- Centrarse en los carismas de sanación, que
son los más atractivos y congregan con facilidad a multitud de personas.
3º- Carencia de teología seria. Muchos de
ellos aunque guarden formas carismáticas han renegado de su madre y se quedan
en el simple ejercicio de algo, sin alimentarse de verdad y no creciendo ni en
la santidad ni en el conocimiento de Jesucristo. Detestan la pobreza de los
grupos de la Renovación que son poca cosa porque no pertenecen al tinglado del
organigrama oficial por lo que no se cuenta con ellos para casi nada. Cosa que
no es ningún desprecio ya que su labor no está ahí.
El fenómeno carismático católico está muy
potenciado por el mismo fenómeno entre los protestantes. En medio de nosotros
pululan muchos grupos de pentecostales y evangélicos que destacan en especial
por sus cantos llenos de unción y belleza. Son cantos en segunda persona que
entablan un diálogo vivo con Jesucristo y expresan una vida espiritual muy
intensa.
Finalmente incluyo dentro del fenómeno carismático a las apariciones de
la Virgen en Medugorje. Las conversiones que se dan allí se parecen mucho a los
cambios de vida que acontecen en las efusiones del Espíritu carismáticas. Yo he
conocido en congresos internacionales de la Renovación carismática a
franciscanos de aquella parroquia antes y después del comienzo de las
apariciones y me comuniqué bastante ya que, en el guirigay de las lenguas, me
entendía con ellos en alemán, sobre todo en las comidas. Por otra parte una
teología de gratuidad como la carismática es la que mejor recibe y explica lo
que la Virgen quiere trasmitirnos allí.
Fuente: ReL
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