Sí, nosotros, los miembros de la Iglesia, (...) estamos contaminados en una medida variable por este gran mal que afecta al conjunto de la sociedad: la cultura de la desvinculación. Este tipo de hiperindividualismo hace imposible ninguna actitud de donación más allá de lo que es mi estricto interés personal. Atención, en muchos casos, este interés es legítimo: mi familia, el trabajo, los hijos, la situación difícil, la entidad a la que pertenezco... La cuestión no es ésta sino el hecho de que esta dedicación actúe de manera absoluta haciendo imposible participar en iniciativas más amplias de otros. Interesantes iniciativas de formación, información y acción se encuentran desatendidas porque los católicos no salen de su nido.

Y no, no es un problema de falta de tiempo. Es como quien dice que reza poco por falta de tiempo pero acude con seguridad una hora diaria al gimnasio. Es una cuestión de a qué damos prioridades. Es una cuestión de desapoltronamiento. Si no cambiamos radicalmente y ayudamos a cambiar acabaremos bloqueados en nuestras propias y pequeñas iniciativas. Y lo subrayo una vez más: no se trata de abandonar lo nuestro, lo que hacemos, lo que nos es más inmediato, se trata de encontrar el tiempo necesario para participar en acciones comunes. O se encuentra este punto de equilibrio o vamos hacia la reducción a una anécdota antropológica del catolicismo catalán. Que el Señor nos perdone y haga más que nosotros.
Josep Miró i Ardèvol, E-Cristians y miembro del Consejo Pontificio para los Laicos
Fuente: Forum Libertas
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