Autora: Akiane |
Jesús ha dado sentido a nuestra vida e, incluso, la ha hecho brillar. En momentos de dificultad, de oscuridad, de crisis; de guerras, hambre, pobreza y opresión, Él es el amigo-Dios que nunca nos falla y que siempre nos ayuda. Cuando estamos solos o acompañados, eufóricos o cabizbajos, Él siempre está dispuesto a iluminar nuestros pasos, a ser el que nos ayude a salir del atolladero. No siempre será fácil, pero ahí se encuentra, a nuestro lado. Nos ha enseñado a no pasar de largo ante el sufrimiento humano, nos ha pedido que seamos justos y libres, que ofrezcamos amor y que luchemos por la paz, que, lejos de odiar, seamos capaces de perdonar; nos ha dicho que hay que saber levantarse cuando se cae, que nunca nos debe faltar la esperanza de su amistad y la certeza de su verdad, para seguir con valentía y generosidad el camino que Él nos propone.
Semejante "tesoro de amigo" no es para guardarlo para uno mismo. Sería una postura egoísta, que iría en contra de lo que el mismo Jesús nos propone. Como ha dicho el papa Benedicto XVI, "no se puede encontrar a Jesucristo y no darlo a conocer a los demás". Es más, no se le puede seguir en solitario. El individualismo es anticristiano. No vivimos solos ni "estamos solos en la fe, somos eslabones de la gran cadena de los creyentes.
"Ninguno llega a creer si no está sostenido por la fe de los otros". No debemos, por tanto, silenciar a Jesús y todo lo que Él nos ha enseñado y mostrado. Dejemos a un lado el miedo, la vergüenza, la timidez... y hablemos de Jesús; mostrémonos como constructores de su reino de justicia, libertad y amor. Seamos "luz del mundo", "llamas de esperanza que no queden ocultas".
Fuente: Supergesto
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