Una verdad a medias es peor que una mentira
A medida que crece en los medios la "corrección política", que, en la versión Católica del Papa Benedicto XVI, se puede traducir como "dictadura del relativismo", algunos líderes católicos y predicadores a veces parecen tener miedo de asumir la Verdad integral predicada por la Iglesia. Se nota algo de miedo de "ir contra la corriente", en contra de la voluntad mayoritaria, olvidándose que Jesús es "signo de contradicción", y que por eso fue perseguido y crucificado, para dar testimonio de la Verdad que salva. La verdad no depende de la mayoría, pero de si misma.
(…) Sabemos que la verdad a medias es peor que una mentira. No podemos predicar el Evangelio por la mitad, dejando a un lado, especialmente, aquello que trate de destruir el pecado y traer a los pecadores a la conversión. Por ejemplo, la frase "No podemos comer alimentos en mal estado" es correcta y muy importante, pero si digo sólo la mitad de la frase: "No podemos comer", muchos morirán de hambre.
Al hablarle a los jóvenes acerca de la masturbación y la fornicación, algunos tienden a minimizar la gravedad de estos pecados, incluso afirmando que no son siquiera pecados, al contrario de lo que dice el Catecismo: "Entre los pecados gravemente contrarios a la castidad se deben citar la masturbación, la fornicación, las actividades pornográficas y las prácticas homosexuales" (CCC § 2396).
San Agustín dijo: "No se imponga la verdad sin caridad, pero tampoco se sacrifique la verdad sin caridad". Como declaró el Papa Benedicto XVI en la "Caritas in veritate", "El amor sin verdad es sentimentalismo." Jesús perdonó a la mujer adúltera y la salvó de la muerte, pero no dejó de indicarle su grave pecado: "Vete y no peques más". Sin mostrarle al pecador su pecado, éste no puede liberarse de la muerte espiritual.
El profeta Ezequiel, en dos capítulos (3,18 y 33) también llama la atención sobre la necesidad de corregir al pecador: " Cuando yo diga al impío: ``Impío, ciertamente morirás; si tú no hablas para advertirle de su camino, ese impío morirá por su iniquidad, pero yo demandaré su sangre de tu mano." (Ezequiel 33,8).
Felipe Aquino
felipeaquino@cancaonova.com
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