domingo, 24 de junio de 2012

EL PELIGRO DE LAS MEDIAS VERDADES

Una verdad a medias es peor que una mentira



A medida que crece en los medios la "corrección política", que, en la versión Católica del Papa Benedicto XVI, se puede traducir como "dictadura del relativismo", algunos líderes católicos y predicadores a veces parecen tener miedo de asumir la Verdad integral predicada por la Iglesia. Se nota algo de miedo de "ir contra la corriente", en contra de la voluntad mayoritaria, olvidándose que Jesús es "signo de contradicción", y que por eso fue perseguido y crucificado, para dar testimonio de la Verdad que salva. La verdad no depende de la mayoría, pero de si misma.

La verdad es esencial, y por eso el Papa ha sido su defensor infatigable. El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) dice que lo que salva es la verdad: "En efecto," Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad "(I Tim 2:4). Dios quiere la salvación de todos por el conocimiento de la verdad. La salvación está en la verdad. (CIC § 851).

(…) Sabemos que la verdad a medias es peor que una mentira. No podemos predicar el Evangelio por la mitad, dejando a un lado, especialmente, aquello que trate de destruir el pecado y traer a los pecadores a la conversión. Por ejemplo, la frase "No podemos comer alimentos en mal estado" es correcta y muy importante, pero si digo sólo la mitad de la frase: "No podemos comer", muchos morirán de hambre.

"Mutatis mutandis", me doy cuenta de que algunos enseñan la fe católica con verdades a medias. ¿Cómo? Al presentar una cuestión, exponen sólo una parte de la verdad del asunto, sin hablar del pecado y de los requisitos de conversión. Por esta razón, no podemos, por ejemplo, decir solamente a las parejas en segundas nupcias que no deben apartarse de la Iglesia y no pueden ser discriminados, etc., sin decirles también que su situación no es lícita con respecto al Evangelio y que no puede recibir los sacramentos.

Al hablarle a los jóvenes acerca de la masturbación y la fornicación, algunos tienden a minimizar la gravedad de estos pecados, incluso afirmando que no son siquiera pecados, al contrario de lo que dice el Catecismo: "Entre los pecados gravemente contrarios a la castidad se deben citar la masturbación, la fornicación, las actividades pornográficas y las prácticas homosexuales" (CCC § 2396).

San Agustín dijo: "No se imponga la verdad sin caridad, pero tampoco se sacrifique la verdad sin caridad". Como declaró el Papa Benedicto XVI en la "Caritas in veritate", "El amor sin verdad es sentimentalismo." Jesús perdonó a la mujer adúltera y la salvó de la muerte, pero no dejó de indicarle su grave pecado: "Vete y no peques más". Sin mostrarle al pecador su pecado, éste no puede liberarse de la muerte espiritual.

El profeta Ezequiel, en dos capítulos (3,18 y 33) también llama la atención sobre la necesidad de corregir al pecador: " Cuando yo diga al impío: ``Impío, ciertamente morirás; si tú no hablas para advertirle de su camino, ese impío morirá por su iniquidad, pero yo demandaré su sangre de tu mano." (Ezequiel 33,8).


Foto Felipe Aquino
felipeaquino@cancaonova.com

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