miércoles, 30 de mayo de 2012

SEGUIR A JESÚS ES PURA ADRENALINA


Las aventuras extremas de los que confían en Cristo




En el diccionario, una de las definiciones posibles de aventura es "empresa (...) que presenta riesgos." Quien ha dado algunos pasos -pocos o muchos- en la amistad con Cristo, debe haber notado que el Señor tiene la manía de ponernos en circunstancias muy estresantes. De vez en cuando, nos sentimos como al borde de un precipicio y, en el otro lado, Él nos extiende la mano, invitándonos a saltar como quién invita a un helado:

- ¡Vamos amigo, lleva tu noviazgo castamente!

- No te desesperes con el poco dinero. ¡Me estoy ocupando de todo!

- No te corrompas para mantener el empleo. Es mejor estar parado que perder la honradez.

- ¿Que mérito hay en hacer el bien sólo a los que son majos contigo? ¡Ayuda al pavo que te saboteó!

- Te persiguen por ser cristiano? Don’t worry ...  va a empeorar! ¿Qué te crees, que lo vas a tener más fácil que el Maestro?

Delante de cada una de sus apelaciones, los cristianos podemos dar básicamente tres respuestas:

1) "Allá voy, nadie salta como yo!" - Y saltamos con la confianza puesta en nosotros mismos, en nuestra propia capacidad y ... ¡PUF! Este es el sonido que se escucha en el fondo del abismo, a continuación.

2) "Ok, vale... besos, ¡ya te llamaré!" – Damos marcha atrás, y buscamos en vano atajos que nos permitan llegar al Señor de alguna forma más fácil y menos arriesgada. Básicamente, tenemos miedo de que si hacemos su voluntad, salgamos lastimados.

3) "Estoy cagado de miedo, pero aquí estoy, Señor" - Saltamos el abismo, aun con las piernas temblando (por conciencia de nuestra incapacidad humana). Decimos SÍ a Cristo en nuestra vida concreta, porque creemos que Él nunca defrauda a sus hijos. Esto es la FE.

Mirando a la vida de San Pedro, puede que se encuadre muy bien en el punto tres arriba mencionado - después de todo, él era el apóstol que amaba a Cristo más que los otros (Juan 21:15). Sin embargo, al menos en una ocasión, su fe le falló. Por ejemplo, cuando vio a Jesús caminando sobre el mar:

Pedro tomó la palabra y dijo: Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua. Él le dijo:
-«Ven.»
Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: -«Señor, sálvame.» En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: -«¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado? (Mt 14:28-31)

Sin embargo, años más tarde, este mismo hombre que negó al Maestro por temor a  sufrir como Él, fue capaz de exponerse al martirio, muriendo también en la cruz.

La fe es un problema de conocimiento


Algunos nos inspiran confianza en los primeros minutos de conocerlos. Sin embargo, esta confianza sólo crecerá y se consolidará con el tiempo; cuanto más conocemos a una persona, más confiamos en ella. Así es con Jesús, cuanto más nos esforzamos por conocerlo, más somo capaces de creer efectivamente en él. No con una devoción que se manifiesta casi en la “clandestinidad” dentro de una parroquia, sino como una fe que determina los pasos concretos del día a día.

El valor para dar un "salto de fe hacia el abismo" es un factor relevante, pero no es el punto central. El problema fundamental es el conocimiento, ya que es imposible confiar y amar a alguien que no conoce. ¿Sabemos quién es Cristo? ¿Conocemos sus promesas? ¿Creemos que Él tiene un poder y amor incomparables? ¿Somos conscientes de que sólo Él nos puede realizar de verdad? A menudo, una fe tibia o vacilantes se da en los que no han logrado respuestas adecuadas a estas preguntas.

La fe es el reconocimiento de la Presencia del Dios vivo entre nosotros, que atrae a nuestro afecto hacia Él. Es ese afecto el que nos impulsa a hacer las obras de la fe y nos motiva a seguir sus enseñanzas con alegría, por mucho que podamos tener esas mariposas en el estómago, sin importar cuán loco o inadecuado pueda parecer al mundo.

Que Nuestra Señora nos ayude a decir: "Jesús, creo en ti", no sólo con los labios, sino también con actitudes.



Fuente: Ocatequista


No hay comentarios:

Publicar un comentario

O noso blog necesita dos teus comentarios!