viernes, 6 de abril de 2012

CON MARÍA, ESPERANDO LA PASCUA


Al pie de la cruz, 
María debía de recordar las palabras 
que ella misma había proclamado 
en casa de Isabel, su prima:
"Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador... 
su nombre es santo, 
y su misericordia llega a sus fieles 
de generación en generación... 
Dispersa a los soberbios de corazón, 
derriba del trono a los poderosos 
y enaltece a los humildes.
A los hambrientos los colma de bienes..."


 


Y debía de recordar también las palabras 
que Jesús, su hijo, 
ahora agonizando en la cruz, 
había proclamado en Galilea:
"¡Dichosos los pobres: 
porque vuestro es el reino de Dios!"


Y ahora lo veía allí tan pobre, 
tan débil, tan abandonado... 
Y con toda su fe, 
reafirmaba de nuevo 
aquellas palabras: 
el amor de Dios es para siempre, 
el amor de Dios se derrama sobre los pobres, 
el amor de Dios es resurrección y vida 
para todos los que creen en él 
y para todos los que quieren amar como él... 


¡Como María, también nosotros 
esperamos la noche de Pascua! 

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