lunes, 29 de agosto de 2011

La eucaristía dominical: ¿por qué?

Nos relatan las Actas de los Mártires que en Abitinia, una población
de la actual Túnez, fueron arrestados 31 hombres y 18 mujeres por
reunión ilegal. El 12 de febrero del año 304, comparecen ante el pro-
http://www.flickr.com/photos/26897070@N05/3915511610/
De "El Santo De Cada Día", Edelvives, 1960; cortesía de Medelen
cónsul de Cartago. Acusados de haber incumplido los edictos imperiales, el presbítero Saturnino responde: "Hemos celebrado el día del Señor, porque esa celebración no puede interrumpirse". El lector
Emérito, en cuya casa se reunía la comunidad, confirma esa declaración: "Sí, en mi casa hemos celebrado el día del Señor. No podemos vivir sin celebrar el día del Señor". Una joven, llamada Victoria, declara también con valentía: "Es cierto; yo también asistí a la reunión,
porque soy cristiana".

"No podemos vivir sin celebrar el día del Señor". He aquí una afirmación programática de los llamados, con toda razón, "mártires del domingo". En esa perspectiva, la celebración dominical aparece, no como un precepto exterior, sino como una convicción interior; o mejor, como una profunda necesidad vital. El peligro que implicaba en
aquella época de persecuciones la participación en la asamblea, no
es considerado motivo suficiente para abstenerse de ella. La asam-
blea dominical es, sin duda, el hogar donde se alimenta y se forja el
coraje cristiano de los mártires en estos primeros siglos.

Sería interesante conocer la opinión de Emérito y sus compañeros
sobre nuestras supuestas dificultades para acudir a la reunión do-
minical.

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