viernes, 11 de marzo de 2011

La botella de la Iglesia


El feligrés cgfreitas nos ofrecía hace unos días unas reflexiones en que aludía directamente o indirectamente al comportamiento que la Iglesia -institución ha mantenido a lo largo de los siglos. Es un tema al que es difícil no dedicar alguna reflexión de vez en cuando. Quizá podríamos convenir, con tanta perspectiva histórica pasada a nuestra disposición, en que la botella de la Iglesia nunca ha estado realmente llena.

La vaciedad alcanza a la jerarquía sin duda: recordemos la ignominiosa época de los Borgia, el fundamentalismo del tiempo de los cruzados o los casos sangrantes de pederastia en las últimas décadas. Pero la militancia cristiana no se libra de su ración de "vaciedad". Como ejemplo, un botón:

Divorce Statistics: Christian Faith Groups:
Christian Faith Groups: Divorced or had been Divorced:
Non-denominational (independent) 34%
Baptists 29%
Mainline Protestants 25%
Mormons 24%
Catholics 21%
Lutherans 21%
Divorce Statistics: Non-Christian Faith Groups:
Non-Christian Faith Groups: Divorced or had been Divorced:
Jews 30 %
Atheists and Agnostics 21 %
Muslims 11 %

¿Cómo se explica, como indican los cuadros anteriores (aunque estén en inglés), que las separaciones (divorcios) matrimoniales entre gentes oficialmente religiosas (son datos estadounidenses porque es donde hay variedad de "fes") no sea menor que entre ateos o agnósticos, si justo estamos militando en la religión del Amor? ¿Cabe mayor prueba de desafección a los ideales por parte de los creyentes?

Reconociendo eso, sin embargo, la cara se me cambia de color cuando pienso en la parte de "plenitud" de la botella. Pues la parte llena no es otra cosa que ...¡los santos que en la Tierra ha habido! ¿Es que acaso hay palabras para decir lo que ha significado la vida de San Francisco, o la beata Teresa de Calcuta o tantos cristianos y cristianas anónimos que dan su vida en silencio por el bien de la humanidad? Déjadme pues que me admire de la grandeza del hombre cuando es capaz de dejarse guiar por Dios...

2 comentarios:

  1. Es un misterio que abrumó al mismo S. Pablo, que no entendía como hacía el mal que aborrecía y no el bien que añoraba...

    Nos queda confiar en la Gracia del que es TODO BIEN.

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  2. Efectivamente, la historia de la Iglesia está llena de claroscuros. Incluso hoy en día, dependiendo de hacia donde miremos, tenemos motivos tanto para el desánimo como para la más profunda admiración por aquellos que dedican su vida al servicio y al amor por los que más lo necesitan. Pero no miremos tanto hacia fuera; miremos hacia dentro de nosotros mismos. ¿Es que no somos también contradictorios, capaces de lo mejor y lo peor? ¿Qué tipo de Iglesia estamos ayudando a construir? ¿En qué conocerán los demás que somos cristianos?

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